domingo 3 de noviembre, 2024
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Humano

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Por el Padre Martín Ponce De León
En estos días donde aún prolongamos la celebración de la Pascua de Jesús le contemplamos apareciéndose a sus discípulos.
En oportunidades les enseñará las heridas que han quedado de su pasaje por la cruz.
Tal cosa la realiza para que nunca olviden que el resucitado es el mismo que ha sido crucificado. No podemos quedarnos en uno solo de los aspectos de la vida de Jesús.
Hay cristianos que poseen vocación de víctimas y ellos se quedan en la cruz sin llegar a la resurrección. Hay cristianos que tienen una vocación de triunfalismo y, parece, que ellos no salen de la resurrección para pasar por la cruz.
Pero, también, el Jesús resucitado reiteradamente o come con los discípulos o comparte con ellos el pan.
Es evidente que ninguna de las comidas de Jesús deja de tener connotaciones eucarísticas pero, también, connotaciones de humanidad.
Jesús jamás deja su condición de humano. Un humano resucitado pero humano al fin.
Toda la historia de salvación de Dios a través de Jesús dice de la condición humana.
Cuanto más cristiano nos sepamos más humanos nos debemos descubrir.
Cuanto más humano seamos más cristiano habremos de ser.
Desde Jesús es imposible separar ambas realidades y así nos lo muestra con su alimentarse compartiendo la comida.
Es compartir lo más nuestro como es el hecho de alimentarnos construyendo cercanía.
En este tiempo, producto de la situación que estamos viviendo, han surgido las “ollas populares”.
Es una manifestación de cercanía y solidaridad.
Es una expresión de generosidad e identificación con aquellos que, hoy, precisan una mano.
Es tener presente lo humano que espera y necesita de una palabra plena de cercana solidaridad.
Es, también, tener muy en cuenta la necesidad de coordinar esfuerzos.
Es muy fácil rezar por los que están pasando tiempos muy complicados. Es muy difícil ser solidarios con ellos.
Jesús come con ellos para hacerles saber que no deben quedarse en realidades espirituales o en un triunfalismo que les haga dejar de tener los pies sobre la tierra.
Jesús los espera en la orilla con un pescado sobre las brazas. Pero es consciente de que no alcanza y, por ello, les hace echar la red para pescar en abundancia así todos pueden ser saciados.
Es brindar lo que está a nuestro alcance sin perder de vista la realidad. Lo nuestro siempre será limitado y deberemos limitarnos a lo poco porque ello es lo que podemos.
Cuando logramos coordinar, “tiren la red a la derecha del barco”, lo nuestro se hace más poderoso y más útil porque más abundante.
Jesús no nos enseña realidades puramente espirituales sino, también, la mejor forma de relacionarnos con los demás por ello es que siempre conserva los pies sobre la tierra y nos muestra a obrar en consecuencia.
Mirarle es siempre aprender a comportarnos con sentido común y realismo porque intentando ser muy útiles como seres humanos.
Todo lo de Jesús si bien hace referencia a su realidad de sacramente del Padre dice, también, de la cercanía de Dios con lo humano.
Quizás hemos prestado más atención a un Jesús ausente de las cosas de los hombre y ha sido tanto que los humanos han creído poder construir su historia prescindiendo de Él.
Este tiempo de Pascua que estamos viviendo nos hace tomar consciencia de que ello se debe a una mirada incorrecta de lo suyo.
Este tiempo de pandemia mundial nos hace tomar consciencia de que nos necesitamos los unos a los otros de manera muy particular pero, también, necesitamos de Él para no bajar los brazos y ser útilmente solidarios porque humanos y cristianos.