viernes 29 de marzo, 2024
  • 8 am

Covid 19 y rendimiento estudiantil

Fulvio Gutiérrez
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Fulvio Gutiérrez

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Dr. Fulvio Gutiérrez
Cuando el gobierno realizó una conferencia de prensa sobre el problema de la enseñanza en la emergencia sanitaria que estamos viviendo e indicó las soluciones que se estaban elaborando, un periodista preguntó si se mantendrían las exigencias existentes en cuanto a la evaluación de los alumnos o se disminuiría su nivel. La inmediata respuesta, tanto del Presidente de la Republica, Luis Lacalle Pou como del Presidente de la ANEP, Robert Silva, fue clara y terminante: ni se bajan las exigencias, ni se da el año por perdido. Una decisión que comparto totalmente, desde el momento que soy firme partidario del principio de excelencia en la educación, entendido este como la necesidad de que en cada una de las etapas de un proceso educativo, el alumno debe dar el máximo en cuanto a su preparación personal. Podrá ser el mismo suficiente o insuficiente. Si es suficiente el cuerpo docente determinará la nota que le corresponde, y si es insuficiente, en algún caso deberá repetir el curso al año siguiente, y en otros, rendirá las pruebas que estuvieren previstas y aprobará o no el curso. Hasta ahí parece fácil.
Sin embargo, a mi juicio la respuesta quedó incompleta, porque la pandemia determinó la suspensión de las clases presenciales y su sustitución por clases a distancia que le llegan al alumno a través de la informática. Esta solución que en teoría parece buena, en la práctica no lo ha sido tanto. Los resultados que hemos conocido, nos hablan de que 70.000 estudiantes no se contactaron por las vías remotas con sus centros de estudio ni con sus maestros o profesores, otros lo hicieron en forma muy irregular y esporádica, algunos centros de estudio no concretaron en forma regular ese tipo de dictado de clases, y en muchos casos, los padres no tomaron conciencia de la importancia que tenían esos cursos a distancia y no incentivaron el interés de sus hijos, sin perjuicio que en ciertos casos de casi extrema pobreza, las familias no contaban con los elementos que se adecuaran a las mínimas exigencias que el sistema requiere.
Esto ha provocado una enorme brecha socioeducativa, agravada por un Plan Ceibal que tiene problemas de conectividad, con un alto porcentaje de ceibalitas rotas o deterioradas, sin perjuicio de que no todos los profesores y maestros tienen un buen manejo de la tecnología.
Entonces, lo que tenemos hoy, en una desigualdad entre los estudiantes que deberán ser juzgados desde el punto de vista de su rendimiento, porque algunos asimilaron las clases; otros lo hicieron a veces; y otros no lo hicieron nunca. Todo esto se produjo además como consecuencia de una desigualdad en las posibilidades de acceso al instrumento educativo. Y eso es gravísimo, porque si se pretende juzgar sobre el rendimiento de quienes estuvieron ajenos al sistema, deberíamos concluir que esos perdieron el año.
Como medio paliativo, se analiza la posibilidad de evaluar a los alumnos a la hora de volver a clase, suspender las vacaciones, y trabajar en verano por medio de cursos o programas compensatorios. Me parece que dada la situación existente, la suspensión de las vacaciones es algo cantado y no debería admitir discusión.
Lo concreto entonces es igualar a un alumnado que, por lo dicho, no está preparado en forma siquiera pareja. Con mucho esfuerzo y organización, seguramente se va a lograr, pero siempre y cuando la evolución de la pandemia lo permita.