martes 16 de abril, 2024
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La gestión de la caja en tiempos de crisis II

Estudio Signorelli & Altamiranda
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Estudio Signorelli & Altamiranda

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Por el Ec. Joaquín Forris
Para el Estudio Signorelli&Altamiranda
Estimados lectores, el mercado financiero está extremadamente volátil, eso impacta en Uruguay y obliga a las empresas a mejorar la gestión de su liquidez.
A modo de ejemplo, en el mes de mayo todos los índices bursátiles que acostumbramos a monitorear, tuvieron una performance positiva, Stander and Poors Index subió en el mes un 8%, 10% el indice de empresas tecnológicas, 7% el de empresas industriales y 6% el de Economías Emergentes.
El mercado parecía estar en un suceso inédito de exaltación y optimismo que hacían pensar que el impacto de la pandemia en las economías globales sería rápidamente superado y los paquetes fiscales y monetarios permitan esperar un futuro auspicioso.
Sin embargo, en la primera quincena de junio, encontramos que la verticalidad del mercado se revirtió, hubo caídas de hasta un 5%, lo que implica que en pocos días el mercado quitó el valor generado en casi un mes. Frente a esto sería razonable pensar que volvemos a un mercado pesimista, con bajas y donde se espera que el impacto de la pandemia sea de largo plazo en la economía, pero no, el mercado volvió a repuntar esta semana recuperando lo perdido en el período referido. Los mercados financieros están volátiles y esa volatilidad llegó para quedarse.
Ahora bien, ¿En qué impacta en una empresa en términos diarios la volatilidad global? En un horizonte temporal de corto plazo, esto tiene un impacto relativamente menor, ya que la conexión de la economía con el mercado externo es el tipo de cambio y el mismo se encuentra relativamente estable por las intervenciones del Banco Central y su compromiso de evitar saltos bruscos y fuera de los fundamentos.
En el mediano plazo, la volatilidad de los mercados financieros globales permea en las finanzas de las empresas con gran velocidad. La volatilidad puede llevar a que determinados negocios de exportación se vean interrumpidos, o que la variación de la tasa de interés global impacte en un ingreso de capitales que exponga a las economías a un boom de consumo sin fundamentos, que repercuta luego en la cadena de pagos. Esto implica que, en situaciones de posiblidades de acceso a dinero a bajas tasas de interes, los prestadores son menos exigentes al momento de otorgar créditos, prestando a personas que pueden repagar el crédito únicamente en momento de bonanza pero, en períodos de normalidad, situación a la cual ineludiblemente se llega, no podrían repagarlos.
Estas tres situaciones impactan no solo en las grande empresas de comercio interncional o en las empresas financieras o bancarias, sino también en las Pymes. En Uruguay las empresas medianas suelen financiar sus operaciones en empresas de mayor porte que pertenecen a su cadena de valor, las que están habitualmente vinculadas al comercio internacional. A modo de ejemplo, el productor de arroz o soja está vinculado a un molino o acpiador que exporta, el productor pecuario a un frigorífico vinculado a negocios con China o Estados Unidos mientras que los productores lácteos remiten a empresas que destinan en gran medida su producción al mercado mundial.
Ergo, si bien lo que ocurre en el mercado global no impacta directamente en el proveedor de combustible, la barraca local o el proveedor de suministros eléctricos, sí lo hace vía el principal proveedor o cliente de sus clientes, lo que lo expone una situación con menor poder de negociación y alternativas de finaciamiento menos fluídas.
Por ello, contar con un adecuado sistema de gestión de tesorería, que permita medir la rentabilidad financiera, controlar la capacidad de pago de las deudas y saber si la caja subió porque el negocio es próspero o porque en realidad cada día se está más endeudado, es de vital importancia para las empresas.