jueves 25 de abril, 2024
  • 8 am

La captura del alerón

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
Hace muchos años vi una película española acerca de personajes marginales que vivían de delitos de baja monta en una situación paupérrima y cuando ya no encontraban víctimas para quitarles algo, se robaban entre ellos.
Uno de los personajes era un ciego, tan pobre como los demás y que se arreglaba como podía para sobrevivir en esa jungla. Uno de esos personajes agobiado por su crisis personal terminó por robarle al ciego y cuando este se dio cuenta que le faltaban sus escasos recursos, fue directo al ladrón al que tomó a golpes reprochándole su acción.
Cuando el ladrón pudo escapar, bastante magullado y ayudado por un amigo, asombrado comentaba.”¿Cómo se dio cuenta que fui yo?” a lo que su amigo le contestó, “para mí que te capturó el alerón” seguramente haciendo referencia al olor de sus axilas.
Cada individuo es como es y más allá de su aspecto físico, todos tenemos características que nos definen y que frecuentemente nos delatan como sucede con ciertos delincuentes consuetudinarios que suelen comportarse con cierta modalidad que le dan pistas a la policía.
Pero no es necesario ser delincuente para que los demás perciban como es cada quién y por más que cualquiera quiera disimular, se suele ir dejando pistas que delatan las buenas y las malas intenciones.
Hay personas muy extrovertidas que se muestran tal cual son, desnudando su personalidad exponiendo sus fortalezas pero también sus debilidades y otras por el contrario de las que nadie sabe sus planes ni para bien ni para mal pero a pesar de todo en algún momento se les transparenta sus intenciones que cuando es para mal se les suele “capturar el alerón” o como dice una expresión popular, terminan por mostrar la hilacha.
Esto suele suceder en las épocas sombrías de una sociedad cuando se instalan dictaduras por las fuerza y ahí aparecen los personajes oscuros que surgen desde las tinieblas mostrando sus perversidades favorecidos por la impunidad creídos que nunca los va alcanzar la justicia que ponga coto a tanta infamia.
Estos personajes, amparados en la falta de control cometen todo tipo de barbaridades que atentan contra los más elementales valores de la dignidad humana, que asesinan, destruyen familias, barbarizan la sociedad y después, cuando la sociedad se recuperan pretenden que todo quede como si nada, reclamando, borrón y cuenta nueva, olvidar el pasado, perdonar la barbarie, pero hay cosas que son imposibles de olvidar, quedan marcadas a fuego por siempre en la memoria personal y colectiva.
Por suerte las reservas éticas y morales de la humanidad se han puesto de acuerdo en la imprescribilidad de los delitos de lesa humanidad, no sólo para hacer justicia sino para que a los que se les vuelva ocurrir tengan claro que la barbarie no se perdona, que merece un castigo justo, equivalente a la crueldad, sea cuando sea por más que el tiempo haya transcurrido.
Hoy día que se ha hecho más frecuente y peligrosa la prédica del olvido promovida por los que justifican y añoran las épocas de barbarie nuestro olfato huele cada vez a más a podrido y cada día se hace más posible “capturarles al alerón” cada vez que agitan sus axilas reclamando perdón y olvido para la barbarie.
Felizmente la sociedad en su conjunto ha recuperado el tino y valora la paz en el disenso y en la discrepancia podemos intercambiar ideas en forma civilizada, lo triste es que cada tanto se revuelve las oscuras axilas de la barbarie, lo importante es saber “capturarles el alerón” antes ante que la fetidez se vuelva de nuevo insoportable.