viernes 29 de marzo, 2024
  • 8 am

Imbéciles a la carta

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
Vivimos días convulsivos, nosotros que solemos quejarnos amargamente de acontecimientos intrascendentes, los misteriosos vericuetos del destino nos ha puesto en una situación inesperada quedando peor de lo que hasta no hace tanto nos parecía mal, y ahora nos ha llevado a añorar todo aquello de lo que nos quejábamos.
Los planes de todos cambiaron y la incertidumbre ha tomado el protagonismo, sin embargo y a pesar de todo este traspié sanitario nos toma bastante mejor pertrechados técnica y científicamente que otras pandemias anteriores.
La ciencia médica ha progresado aceleradamente y millones de personas en el mundo suman esfuerzo en la investigación, no obstante, el entrenamiento para adquirir conocimiento médicos avanzados suele llevar décadas de trabajo silencioso, individual y colectivo, con la inversión de decenas de miles de horas dedicadas a la formación teórica y a la formación práctica.
Los científicos, en forma progresiva van sumando logros que normalmente llevan años de investigación, intercambian información e ideas en forma continua, organizan congresos, convenciones, hacen pasantías y estudian a diario durante toda la vida profesional en forma intensiva, sacan conclusiones, publican los resultados, y otros, en cualquier parte del mundo, tratan de comprobar la veracidad de esas conclusiones y aportan nuevas ideas y suman experiencias.
La consecuencia de tanto trabajo mancomunado, intensivo, prolongado y universalizado lo disfruta cualquier mortal recibiendo el beneficio del progreso de la medicina haciendo que seamos ahora menos mortales que antes porque el promedio de vida ha aumentado en varias décadas en el mundo gracias a los progresos de la medicina.
El investigador tiene que razonar con mente abierta, pero con método científico y las conclusiones que saca están sustentadas en resultado comprobados y los demás investigadores, humildemente, se someten a las evidencias comprobadas.
En la mayoría de los casos, las personas rinden tributo y admiración al esfuerzo que dedican a la ciencia los investigadores que suman logros continuos en favor de la humanidad y suelen respetar sus conclusiones y consejos, sin embargo, como dice la biblia, hay de todo en la viña del señor y una pléyade de imbéciles que no necesariamente carecen de inteligencia, sino que no la usan, suelen salir a cuestionar en forma irracional, intentando tomar por el atajo fácil para proceder de forma estúpida, que no sería tan grave si su estupidez sólo los afectara a ellos, pero no, salpican a todos los que los rodean con su discurso irracional que tiende a confundir con falsas prédicas sin sustento.
Lamentablemente, algunos imbéciles disponen de medios masivos de comunicación para confundir a la gente.
Noticias recientes hacen referencia al periodista Stanley Guzmán de cuarenta y nueve años, influyente presentador de la televisión brasilera.
Este personaje, al igual que su presidente, Jair Bolsonaro, ignorando las evidencias científicas, se pronunciaba públicamente contra las medidas de distanciamiento social, contra el uso de mascarillas, y declaraba que no se dejaría medir su temperatura a la entrada de comercios o centro comerciales, alegando, sin fundamento, que el termómetro infrarrojo dañaba las células del cerebro a la vez que promocionaba el uso de cloroquina en contraposición a las recomendaciones de la comunidad científica mundial, descalificaba la inmunización con vacunas y que además, no se privaba de visitar y abrazar a sus padres, un matrimonio, ambos de setenta y cinco años.
Noticias recientes informan que este personaje, acaba de morir el pasado diez de enero víctima al igual que más de doscientos mil brasileros, por covid-19.
Al final de diciembre pasado había sido diagnosticado y comenzó por su cuenta a tomar cloroquina comunicando estridentemente su decisión en redes sociales, pocos días después se agravó siendo internado para terminar muriendo el domingo pasado.
Hasta donde se sabe, sus padres no se infectaron, pero les pasó algo peor que eso, perdieron a su hijo.
La imbecilidad no solo que no pagasino, además, se cobra su tributo, que lamentablemente no sólo paga el imbécil sino también los que son alcanzados por su influencia.
El camino de la ciencia es arduo y trabajoso y recorre pacientemente cada vericueto de los misteriosos recovecos de la naturaleza y los que intentan tomar por el atajo a lomo de su ignorancia suelen pagar caros tributos salpicando con prédicas corrosivas a más de un distraído.