jueves 25 de abril, 2024
  • 8 am

La garra Guaraní.

Leonardo Vinci
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Por Leonardo Vinci
Dice Wilson Mesa que la mayoría de los uruguayos entendemos que los pobladores originarios de nuestro territorio fueron los charrúas. Pero en realidad, la enorme mayoría de nuestros antepasados bajaron de los barcos y cada vez más, aparecen historiadores y antropólogos que reivindican el papel que jugaron los indígenas guaraníes en nuestra historia.
Daniel Vidart, ha sostenido que los charrúas eran nómadas y tanto la búsqueda de alimentos como las luchas con otras tribus indígenas, amén de los choques con los guaraníes, así lo certifican. En consecuencia, los charrúas no eran originarios de la Banda Oriental. No habían nacido en ella como los árboles de su flora o los animales de su fauna.
En 1878, se publicaba en «El Espíritu Nuevo» que en la espesura de los montes más apartados del territorio, yacían restos de la antigua tribu de los Charrúas, indios salvajes, los más indómitos y avezados a la rapiña y violencia que pudieron existir. Durante la guerra con el imperio, habían prestado algunos servicios, pero más estimulados por el saqueo y la matanza que por otras consideraciones. Devueltos ahora a la paz, no entraba en sus hábitos la vida doméstica, ni les satisfacían las cuereadas que se les toleraban de ganados orejanos alzados. Hubieron de volver a su vida errante; y acechando desde los montes, salían en tropel, llevando la devastación y muerte a los establecimientos que recién se plantaban».
En las antípodas estaban los Guaraníes. Padrón Favre afirma que, aún sin entrar a discutir el derecho del primer ocupante, reúne el guaraní otro más respetable. Él limpió esta tierra de fieras, él fue el primero que pidió a su seno la yuca, la caña dulce, el algodón, los cereales todos y poblándola de ganados derramó sobre ella el germen de nuestra riqueza actual. Las Misiones eran ricas cuando el resto del país (la Banda Oriental) gemía en la miseria de los pueblos nómades.
En 1607 se crearon las Misiones jesuíticas y con ellas comenzaron a surgir a orillas de los grandes ríos reducciones de indios guaraníes, los que adquirieron conocimientos ganaderos y agrícolas y aprendieron a desarrollar diversos oficios.
Cuando Montevideo tenía apenas 300 vecinos, las Misiones estaban pobladas por 90.000 guaraníes.
El principal recurso era el ganado que se había multiplicado en la Banda Oriental, por lo que los jesuitas enviaban grupos de 60 troperos guaraníes que efectuaban gigantescas arreadas de vacunos. Fue entonces cuando comenzaron a venir asiduamente, y algunos a quedarse aquí.
Vidart ha dicho que se está cometiendo una gran injusticia histórica: «De los guaraníes que pelearon con Artigas ya ni se habla. Se habla mucho del caciquillo charrúa Manuel Artigas, pero de Andresito Guacurarí, Sotelo y Sití, los caciques guaraníes artiguistas, nadie se acuerda».
Tampoco se recuerdan a los cuatro guaraníes que integraron la cruzada de los 33 Orientales: Pedro Areguatí, Felipe Carapé, Francisco Romero y Luciano Romero.
Lo cierto es que los guaraníes fueron la columna vertebral del ejército oriental.
Ha escrito el Dr. Sanguinetti que en el terreno de la mitología, la referencia a lo de «charrúa» es una fantasía, porque de ese pueblo nada ha quedado en la historia y la geografía del Uruguay. Nada. Ni una palabra. Y si en nuestra demografía hay un fuerte ingrediente indígena, el mismo proviene de la mayoritaria raíz guaraní.
¿Hasta cuándo seguiremos ignorando la verdad histórica?