jueves 28 de marzo, 2024
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La prudencia, la osadía y la suerte

César Suárez
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César Suárez

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Por el Dr. Cesar Suarez
Las actitudes humanas, cualesquiera que sean, siempre, inevitablemente, tienen una consecuencia ya sea por acción o por omisión.
Por acción, «hice lo que tenía que hacer», «me arriesgué y perdí», «por suerte me decidí a tiempo», o por omisión «por no ir, me perdía una gran oportunidad», «menos mal que no fui», «por suerte desistí a último momento»
La suerte de cada uno siempre está condicionada por las circunstancias, favorable, adversas o neutras, y nuestra actitud debe generar el resto y cuando volteamos la vista atrás podremos evaluar el resultado, los aciertos y errores cometidos.
La experiencia personal juega un papel esencial cuando la sabemos aprovechar y tenemos la capacidad de evaluar debidamente los errores cometidos, frecuentemente las decisiones apresuradas suelen tropezar con dificultades y el intentar ir más rápido que nuestra capacidad de procesar los riesgos, frecuentemente nos hace volver sobre nuestros pasos y en ocasiones con secuelas que retrasan aún más nuestros objetivos.
Sin dudas, hay momentos de nuestra vida que se necesita cierta dosis de osadía para lograr ciertos objetivos en forma oportuna pero la experiencia demuestra que la paciencia activa, a largo plazo, siempre gana, tomándose el tiempo justo para evaluar cada una de las circunstancias posibles, no alcanza con la voluntad de querer hacer sino, saber cómo y para saber cómo, hay que analizar minuciosamente cada escenario, la acumulación de experiencia, hace el resto.
Nuestro idioma cuenta con numerosas palabras para sintetizar estas actitudes a la hora de tomar decisiones y a largo plazo las que más rinden son, prudencia, aplomo, cordura, juicio, cautela, previsión, parsimonia, tacto, discreción, conceptos que cuando se aplican, aseguraran un máximo de posibilidades de lograr con el objetivo planteado.
En el otro extremo, el idioma también aporta; precipitación, improvisación, locura, irreflexión, dislate, irresponsabilidad, desatino, osadía, disparate, caos, desorganización, desorden, todas actitudes que aportan bastantes chances al fracaso de cualquier emprendimiento.
Intercalado entre estos dos extremos se encuentra el concepto de suerte, se trata de acontecimientos casuales, estadísticamente posible, pero circunstanciales acerca de hechos inesperados para lo que los favorecidos no hicieron nada especial para que sucediera pero que suele ser fugaz, fuera de contexto y, por consiguiente, difícil de administrar y no suele repetirse demasiado seguido.
Frecuentemente se confunde el éxito con suerte y habitualmente, el observador no mide todo el esfuerzo, la capacidad y el esmero que hay detrás de ese resultado lo que lleva a otros a intentar imitar los emprendimientos valorados como exitosos,pero omitiendo transitar el camino con todos sus vericuetos, y al tomar por el atajo se suele tener altas chance de fracaso que solemos terminar por atribuirlo a la mala suerte.
La llamada mala suerte, que siempre es estadísticamente posible, también suele ser transitoria y como dice el refrán popular, «no hay mal que dure cien años» y cuando dura, seguramente, algún desatino ha sido responsable de tanto infortunio.
Por todo esto siempre se hace necesario revisar el trayecto recorrido y analizar en forma minuciosa cuan responsable hemos sido de nuestra buena o mala suerte y analizar qué cosas se deben cambiar y cuales dejarlas tal como están.
Entre prudencia, osadía y suerte transcurren nuestros días y encontrar su justo equilibrio es una tarea difícil y exige habitualmente de mucho esfuerzo, pero, sobre todo, razonamiento para poder evaluar cada circunstancia, saber acelerar cuando es necesario, frenar a tiempo cuando corresponde y hasta cambiar de rumbo reflexivamente cuando el sendero se hace demasiado escabroso.
Ante lo desconocido siempre es aconsejable la prudencia, pero una vez conocido el terreno por donde transitamos, la osadía también es necesaria, asegurándose siempre tener el freno a mano y si es necesario, la marcha atrás, de ese equilibrio dependerá seguramente toda nuestra suerte.