jueves 28 de marzo, 2024
  • 8 am

Teletrabajo femenino Posible vehículo para una mayor brecha laboral

Estudio Signorelli & Altamiranda
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Estudio Signorelli & Altamiranda

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Por la Dra. Alejandra Altamiranda
Para el Estudio Signorelli&Altamiranda
En la entrega anterior hacíamos referencia al fenómeno de visualización del trabajo femenino, como consecuencia de que la pandemia demandó una vertiginosa incorporación de tecnología que suprimió horas de trabajo humano e, incluso, ocupaciones enteras pero, por otro lado, mostró que en muchas funciones las personas no pueden ser sustituidas, sobre todo en sectores de marcado predominio del trabajo femenino.
Ahora bien, no todo se transforma en un fenómeno positivo para la mujer. Por ejemplo, las ventajas que algunos perciben con el teletrabajo.
La utilización del teletrabajo y de las plataformas digitales permitió que en un momento de sensible enlentecimiento de la economía, haya sido posible mantener un mínimo de actividad productiva y gestión administrativa, lo que se suma a un alto grado de socialización y actividad cultural por esa vía.
De modo que de no existir o no haberse acudido a la tecnología y al teletrabajo, la parálisis de la economía y de grandes y sensibles áreas (como por ejemplo la educación) hubiera sido total.
Y es así que en la actualidad el aumento del teletrabajo en todo el Mundo -y nuestro país está lejos de ser la excepción- se incrementó exponencialmente. Sin regulación de ninguna naturaleza, en ningún aspecto.
Y es así que se comenzaron a entrelazar la vida profesional y la familiar, a la vez que comenzaron a surgir dificultades para combinar y diferenciar, los tiempos de trabajo, de los que no lo son.
La pandemia ha sido el disparador de un fenómeno que no es nuevo, pero al que se acudía podría decirse que en forma residual y al que se le atribuye como –dudosas- ventajas una mayor disposición (algunos llaman soberanía) sobre el tiempo de trabajo. Y ello conllevaría por ejemplo, a la supresión (y, por ende, ahorro) de los tiempo en los desplazamientos entre el domicilio y el lugar de trabajo, a lo que se añaden efectos secundarios, generales y no menos importantes, como claramente lo es la supresión de innecesarias movilidades.
Pero por otro lado el teletrabajo ha evidenciado aún más las brechas digitales, como ocurre con los hogares sin conexión o terminales para teletrabajar, personas que por edad o falta de competencias técnicas no pueden hacerlo y empresas que por sus dimensiones o escasa transformación tecnológica no disponen de las herramientas para implementarlo.
Y también se ha visibilizado la brecha de género. En efecto, huelga decir que se verifica una desigual asunción de las responsabilidades familiares entre mujeres y varones.
Cómo se relaciona esto con el teletrabajo? Muy simple, el trabajo mediante plataformas y el teletrabajo permiten gobernar el tiempo de trabajo de forma que combine mejor con el tiempo de cuidados, o sea, la conciliación entre los tiempos flexibles del teletrabajo y las tareas del hogar (predominantemente femeninas).
Esto puede llevar a agudizar el rol de cuidados atribuido a las mujeres, dado que son éstas las que, seguramente sin advertir este efecto y como consecuencia de la asunción de esas responsabilidades familiares, prefieren trabajar en plataformas o desde su domicilio. A diferencia de los varones, que marcadamente prefieren hacerlo desde la empresa.
Si no se considera este aspecto y no se avanza en normas que prevean este fenómeno, seguramente el teletrabajo sea un nuevo factor de desigualdad laboral de género.