jueves 25 de abril, 2024
  • 8 am

Las alianzas

Gisela Caram
Por

Gisela Caram

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Ps. Gisela Caram*
Todos tenemos necesidad de estabilidad. Logramos sentirnos con cierta solidez cuando nos sentimos pertenecer a un grupo, a una relación de pareja, ser “la novia/o de”, “la hija/o de”, “la madre/padre de”, etc., estos títulos dan cierta seguridad a todos los seres humanos, más allá o más acá, necesitamos sentir la identidad que nos da determinado vínculo.
Esa identidad es lo que somos, el mundo que nos rodea, y eso, da seguridad.
La identidad va cambiando a lo largo de la vida.
Los mecanismos de la identidad tienen que ver con esa búsqueda de ser parte de…
Me parece interesante mencionar, situaciones que suceden entre los jóvenes y tienen que ver, con el título que se ponen cuando empiezan a conocerse.
Ponerle un nombre a eso que se va gestando entre dos, ya sea, “salientes”, “novios”, “amigos con derechos”, son algunas de las etiquetas que dependiendo de la personalidad de cada uno, lo sentirá como una necesidad, una atadura, o un compromiso…
El poner un nombre a la relación de dos personas, hace que en el imaginario de cada uno, se sienta como que hay un afuera y un adentro de ese “dos”; se experimenta la sensación de que a partir de ese nombre que se le da, hay “límites” o “reglas” que estructuran el funcionamiento.
Generalmente al hacer un vínculo de pareja, sin hablarlo, queda implícita la sensación, que uno “le pertenece” al otro…
En esta fantasía de pertenencia, también se impone lo de prohibido y permitido.
Mantener esa ilusión, del otro como perteneciente a uno, implica borrar o no poder ver, o no reconocer que somos diferentes, y nadie es propiedad de otro.
Estos acuerdos o pactos que se hacen al nombrarse “pareja”, se producen entre los dos sin explicitar cuestiones que se dan por consabidas, por ejemplo, la fidelidad.
Por eso es que resulta una herida cuando se descubre una, es como que el otro no nos pertenece. La burbuja de dos queda fisurada. Se transgredieron los límites, se quebranta la confianza…
Al romperse la confianza, el costo de esto es alto, hay dos caminos, el quedar en el eterno reproche o confiar y no cuestionar más.
Cuando hay una mentira, es decir, se dice algo distorsionado de la realidad, se pierde la fe en el otro.
Algunas parejas logran superar estas situaciones, otras no.
Después hay que poder recomponer la alianza, y no todo el mundo lo logra. Hay parejas que tienen buenos recursos y van reconstruyendo el vínculo y sosteniéndolo.
Quizás preguntarnos si en estas reglas de dos que a veces son impuestas, no habrá una violencia encubierta…
Imponer cosas al otro, y que el otro lo viva así, y no sea vivido como parte de la honestidad entre dos, es lo que hace al quiebre de la alianza.
Esto implica estar en tiempo de peligro de la estabilidad de dos.
Será un trabajo de ambas partes lo que definirá, el crecimiento o no de ambos.
Los cambios y las crisis de pareja y de la alianza entre los dos, dependerá de los recursos, la historia, los sentimientos, y lo constructivo o destructivo de cada uno, que se dispare frente a las situaciones de desilusión.
No solo se trata de ser fiel, hay muchas situaciones que entran dentro de las decepciones y quiebres de alianzas.
No hablar o no escucharse, no respetar lo del otro (revisar el celular, por ejemplo), invadir los espacios personales, llevan a sentimientos de angustia, enojo, control y por ende, se violenta el vínculo.
Lo que significa una alianza resquebrajada, es diferente en cada pareja. Depende de cómo se construyó, bajo qué códigos, pactos, acuerdos, y estos son singulares.
También la recomposición y las nuevas alianzas y el crecimiento vincular es diferente en cada vínculo particular. Por eso no hay recetas, sino que cada relación debe parar y desentrañar cómo quiere y puede seguir o no, su camino…
*Especialista en Psicoanálisis Vincular