viernes 19 de abril, 2024
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Auxilio solidario

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Por el Padre Martín Ponce De León
Podrá existir, no lo niego ni dejo de desconocer, mucha relación con María cargada de individualismo.
Está muy bien que así sea puesto que así comienza nuestra relación con ella.
Comienza como la relación de un hijo con “su madre”.
Es una relación íntima y personal.
Es una relación reflejo de nuestra relación humana puesto que en ella prolongamos, en un grado muy distinto, nuestra relación con nuestra madre.
Es el comienzo, muy elemental, de una relación religiosa.
Lo humano se sublima hasta un extremo insospechado.
Pero, por más que ello sea una realidad concreta y positiva, no podemos limitarnos a ello.
Con el paso del tiempo deberemos ir aprendiendo a que María es mucho más que lo sublime de una madre.
Debemos aprender a experimentarla como amiga.
Nuestra mejor amiga.
Nuestra amiga más importante.
Nuestra amiga referente para nuestro actuar.
Nuestra amiga confidente de nuestros sueños.
Nuestra amiga que nos anima a no despojarnos de ellos.
Nuestra amiga a la que acudimos con presteza puesto que siempre está disponible para nosotros.
María deja de ser a quien elevamos nuestros ruegos para pasar a ser con quien compartimos nuestras instancias de vida.
Todo lo que hace a nosotros le importa y se lo confiamos. Nuestros errores y nuestros aciertos.
Es un paso más pero insuficiente ante la Auxiliadora.
A ella le confiamos “lo nuestro” y ello lo transforma en un grito solidario.
“Lo mío” queda postergado y se prioriza “lo nuestro”.
Lo nuestro no puede ser el producto de mi imaginación sino el resultado de estar atento y en sintonía con las realidades de los demás.
Allí, en lo “nuestro” debe ocupar un lugar muy especial la presencia de los predilectos de Jesús, Los necesitados, los pobres de espíritu, los que han bajado los brazos o ya no saben esperar.
Atento y en sintonía puesto que no alcanza con saber que existen sino que las debo hacer propias para que sean “nuestras”
Cuando actuamos y nos relacionamos así con María experimentamos que nuestra oración se vuelve respuesta al proyecto de Dios.
Porque hacer “nuestra” la situación de otros nos hace no tener miedo a salir a la intemperie e involucrarnos.
Ya no podemos limitarnos a un simple ruego sino que experimentamos que nuestras manos se vuelven tarea y oportunidad de hacer algo.
Nuestra oración se envuelve de compromiso que no nos deja indiferentes.
En esta experiencia nos podemos sentir tomados de la mano de María.
Las suyas no son manos de quien le teme a involucrarse activamente.
Sin lugar a dudas que el grito cristiano a María auxiliadora debe estar colmado de los demás y sus realidades que siempre son más importantes que nuestras propias urgencias.
Invocando así a María, nos sabemos iglesia porque en comunidad.
Invocando así a María, nos descubrimos instrumentos del crecimiento del Reino.
Invocando así a María crecemos en nuestra realización personal porque útiles para los demás.
Por ello es que la devoción a María como auxilio de los cristianos tiene mucho de salir a la intemperie y jugarnos en una tarea.
“María auxilio de los cristianos, ruega por nosotros” .