sábado 20 de abril, 2024
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Lo que pasa en casa hoy

Gisela Caram
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Gisela Caram

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Ps. Gisela Caram*
En todos los vínculos, y especialmente en los de pareja, cuando uno conoce a otro, para que se dé la conexión, lo que se capta, son las cosas en común, la imagen del otro, lo que me gusta del otro.
Sin que nos demos cuenta, queda recortado o “por fuera” del plano consciente, la “otra faceta” que no estoy tan de acuerdo, que discrepo, no me gusta, no acepto, etc., esta parte es la que luego emergerá entre los dos, generando rispideces, disgustos, y reproches.
Por más esfuerzo que se haga, estos aspectos negativos del otro para mí, no se pueden ver al principio.
A veces sentimos que, para estar bien con el otro, tengo que tratar de cambiar “eso” que nos trae problemas, pero sin querer, repetimos las mismas cosas que sin querer, al otro le hacen daño.
¿Cómo hacemos con esas cosas nuestras que no nos gustan, o que no podemos cambiar?
No es fácil cambiar en un día, una semana ni un mes.
Uno puede modificar las conductas, estar alerta, pero en algún momento esa otra parte que no manejamos de nosotros mismos, irrumpe y el esfuerzo queda caído.
El cuidado por el otro, se nota, en el “esfuerzo” por modificar actitudes y situaciones que le desagradan.
No está bueno vivir en tensión, ni estresado por si algo no me sale, o se me escapa algo que puede lastimar.
La idea en cualquier relación, es estar relajado y descomprimido.
Cuando algo de lo que quiero cambiar no me sale:
-una buena salida es manejarlo con HUMOR ,el humor puede descomprimir la tensión que se genera en el clima del hogar.
-ampliar la tolerancia: no se puede vivir en un clima de tensión
-flexibilizar las creencias limitantes: estas son todas las premisas que me han trasmitido, que tengo arraigadas de toda mi vida, incorporadas racionalmente y que hay que ajustar a mi situación actual.
-soltar prejuicios, posicionamientos rígidos que no permiten acercar, sino alejar uno del otro.
-dar lugar al tiempo interno del otro, las temporalidades son diferentes en cada persona.
Lo importante es tener la intención de “cuidar al otro”, aunque a veces no nos salga como queremos.
Para aterrizar la idea del cambio en el vínculo, voy a poner un ejemplo frecuente.
Como hay diferentes situaciones, algunas con mayor posibilidad de cambio, por no ser tan complejas, ilustro con algo que pasa en familias con niños, y es la demanda de tiempo y atención.
Luego de una jornada laboral, donde quizás uno estuvo todo el día muy complicado en su trabajo fuera de la casa, y el otro, estuvo muy atareado con la casa, los niños, las tareas escolares por plataforma y además el teletrabajo.
Quizás uno está esperando llegue el otro para salir a ventilarse después de una jornada intensa en la casa, y el otro llega también desbordado, quizás ambos deseen descansar, pero los niños son chicos y hay que atenderlos. No es fácil sin ayuda sobrellevar estas situaciones. Generalmente cada uno tiene en su cabeza lo que hará cuando el día vaya cerrándose, pero las cosas no siempre son como las queremos o esperamos.
Tener “in mente” lo que yo deseo, sin tener en cuenta el deseo del otro, y la realidad de los dos, es un problema.
No es fácil conjugar ambos deseos a la vez.
Por tanto, el ACORDAR y repartir los escasos momentos de ocio que se puedan tener diariamente, puede descomprimir la tensión de cada uno.
-repartir horas libres para cada uno y, a su vez, tener un espacio juntos, solo de la pareja, para salir de la rutina diaria.
El poner en juego el ejercicio de pensar en el otro, unos minutos, en los diferentes frentes que encaró durante la jornada, sin dudas, será vivido con alivio, por la empatía percibida.
Aterrizar a la realidad de lo que significa tener una familia, niños pequeños y múltiples responsabilidades, exige un esfuerzo mayor, más en estos tiempos donde la mayoría de la gente, pone lo mejor de sí, ampliando día a día los límites de la paciencia…
*Especialista en Vínculos