jueves 28 de marzo, 2024
  • 8 am

¿Qué es la soberanía?

Fulvio Gutiérrez
Por

Fulvio Gutiérrez

197 opiniones

Dr. Fulvio Gutiérrez
No son pocas las oportunidades en que dirigentes sindicales de algún organismo del Estado, fundamentan las medidas de fuerza que su sindicato ha tomado, argumentando que la decisión del gobierno que se cuestiona, afecta la soberanía nacional. Sea que se llame ANTEL, UTE, OSE, o cualquiera que fuere, o convenios internacionales que celebre el país. Es decir, parten de la base de que los organismos del Estado son soberanos. Eso es un tremendo error conceptual, porque quien es soberano es el “poder del Estado” como persona jurídica máxima, y no los organismos que lo componen. El origen de este error, proviene de la confusión de conceptos de la estructura orgánica del Estado, y sobre todo, de confundir Estado con Gobierno.
El Estado, es el conjunto de personas que vive dentro de su territorio y están sometidos al mismo poder estatal. Esta definición está basada en las existencia de los tres elementos que dan origen al Estado: el territorio, la población y el poder etático, o poder estatal. A su vez, el poder del Estado, es el poder supremo que tiene la organización estatal, poder que a nivel interno, no permite que haya un poder igual o concurrente, y que, por lo tanto, todos los demás poderes están siempre sometidos al poder del Estado. Esto es, ninguna organización no estatal, tiene más poder (ni siquiera igual) al poder del Estado. Menos aún una organización privada. Ese poder estatal, a su vez, tiene cuatro características: es originario (nadie le dio ese poder, sino que es inherente a la condición de Estado), es forzoso (esto es, si no se lo respeta voluntariamente, se lo impone por la fuerza), es ineludible (porque nadie lo puede eludir) y es soberano, o sea, como se dijo, ni tiene igual ni concurrente. A nivel externo, la soberanía le da al Estado su calidad de independencia de todo otro poder, ya sea de otro Estado o de cualquier organismo internacional.
En cambio el Gobierno, es un conjunto de órganos u organismos, que cumpliendo las formalidades que establece la Constitución, y actuando dentro de su competencia, cuando toma una decisión, expresa la voluntad del Estado. Esto es, el Estado “habla” a través del Gobierno. Este Gobierno es el que tiene tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
En consecuencia, nadie puede hablar de que una decisión jurídica puede afectar la soberanía de un órgano u organismo del Estado, porque la soberanía es del Estado como persona jurídica mayor de Derecho Público, y no de esos órganos u organismos que integran ese Estado. Esos órganos u organismos pueden tomar las decisiones que estimen convenientes, pero ajustándose a las formalidades y dentro de las competencias que establece la Constitución de la República y las leyes que las reglamentan. Tampoco afecta nuestra soberanía la adhesión a organismos internacionales que dicten resoluciones que son obligatorias para sus miembros. Al revés, es el Estado que en uso de esa soberanía, resuelve adherirse a esos organismos internacionales (ONU, ALADI, MERCOSUR, etc.)
Otro error importante que se comete a menudo, es cuando se afirma que el soberano es el pueblo, y se habla de “soberanía popular”. En el Uruguay, en cambio, la soberanía no radica en el pueblo, sino en la “nación”, como claramente lo dispone el art. 4º de la Constitución. Son dos cosas distintas El pueblo es el conjunto de personas que viven dentro del territorio de un Estado; en cambio la nación, es ese pueblo, pero jurídicamente organizado. Para que se entienda les pongo un ejemplo: Cuando el Dr. Gabriel Terra dio el golpe de estado el 31 de marzo de 1933, se basó en la soberanía popular, y dijo que el pueblo tenía derecho a modificar la Constitución y crearse el sistema institucional que le viniera en gana. En cambio si la soberanía radica en la nación, el pueblo puede sí cambiar la Constitución, pero siguiendo los procedimientos previstos en la Constitución, y no de cualquiera manera. Evidentemente son dos cosas bien diferentes, y el Dr. Terra eligió la que más le convenía, violando la Constitución. En un Estado de Derecho, no se elige lo que más conviene, sino lo que la Constitución establece.