jueves 28 de marzo, 2024
  • 8 am

Identidad digital

Gisela Caram
Por

Gisela Caram

71 opiniones

Ps. Gisela Caram
Y de pronto, intentando conseguir una clave para ingresar en DGI, me vi bajando una tentadora aplicación que me invitaba a resolver rápidamente todo desde mi celular.
La APP “Identidad Digital Mobile”, también me llevó a dar “un paso más” hacia el cyber mundo.
La curiosidad y la tentadora idea de resolver todo “ya”, me terminó llevando casi un mes.
Es así, parece a veces todo tan simple y lo nuevo nos empuja a “creer” que todo será más fácil, rápido, “al toque”, pero llega uno a sentirse ineficiente al tener que pedir tantas veces “auxilio”.
Así funcionan los Smartphones, son maravillosas computadoras que llevamos a todos lados, nos contactan desde cualquier punto y nos proveen de una información que antes era inimaginable. “Todo sin moverte de tu casa”.
Muchos usan sus celulares para trabajar, conectarse, comunicarse, otros, y sobre todo estas nuevas generaciones, los usan para jugar, mostrar lo que hacen, al igual que en otra época se escribían las historias de la vida en un “diario íntimo”, el diario pasó a ser público y desde qué se está haciendo, hasta dar lugar a que todos opinen y den su “like” con lo que llevan puesto, comen, etc.
Lo que para algunos es natural, para otros no lo es tanto.
Algunos postean para ver la reacción de los demás y lo hacen esperando y contabilizando los “Me Gusta”. Ahí está el placer, ver quien lo vio.
Sin duda que nuestro mundo se amplió con la tecnología, pero también se perdieron cosas.
Cambiaron un montón de cuestiones sociales. Esta IDENTIDAD social, que gira en torno al mostrar quién soy y qué hago a cada segundo, toma un montón de tiempo que le quita, al conversar con otro, ver qué le pasa.
Todo circula en torno a la imagen que quiero dar, la cantidad de seguidores, y en eso me paso un montón de horas mirando el celular y sin levantar la cabeza para ver que pasa en mi entorno.
¿Estamos frente a una sociedad más narcisista?
Una sociedad que no quiere ver ni sentir ningún tipo de sufrimiento. Todo va pasando rápidamente, y lo impactante que sucedió ayer, ya fue, incluyendo los sucesos dolorosos.
Es como que todo lo que vivimos, incluidas las pérdidas, se van anestesiando, no se puede quedar en “negativo”, hay que insensibilizar el dolor.
Así aparece una actitud positivista, y quien no lo tiene es tóxico, le falta “algo”, no importa qué le pase. Es como que lo que cada uno necesita es sentirse bien ininterrumpidamente.
Una cultura social que no conecta que la vida tiene buenos y malos momentos y hay que transitarlos, porque son parte del crecimiento y la maduración.
Si pasa algo y me siento triste o mal, de alguna manera tengo que revertir, y si no puedo, siempre habrá una pastillita mágica que me ayudará a salir de esto.
Y con este tipo de anestesias, ¿qué sentido tiene la vida?
Solo voy, con una corriente y no sé hacia dónde.
Busco que nada me importe, si el otro está mal y me quiere contar, disparo, porque es “mala onda”.
El otro cada vez más es otra “cosa”, otro “objeto”, un número, otro que me da “like” a mis posteos.
El otro es indiferente para mí. No es importante. Si logro tener una relación superficial, el otro no me duele. No me afecta ni me hace sufrir.
Esto es “narcisista”, y tiene que ver con eso, con ser uno el centro, y todo gire a mi alrededor mientras me sirva, porque de esa manera le aporta a mi ego.
Es más fácil verlo en los demás pero…, ¿qué pasa conmigo?
No es cuestión de buscar qué hicieron mal los padres en la crianza, esto va más allá.
Así se viene construyendo la sociedad.
Desde un simple trámite, nos vemos todos obligados a consumir nuestra vida a través de los celulares, no hay escape, todos por las mismas vías; más tarde o más temprano, terminamos en una dependencia.
Pensar, cuestionar, ser diferente, es una ilusión, porque todos terminamos haciendo lo mismo, siendo iguales, por más que busquemos “ser auténticos”.
*Especialista en Vínculos