jueves 18 de abril, 2024
  • 8 am

Los incesantes avatares de la salud

César Suárez
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César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
La salud de cualquier persona suele tener altibajos y estadísticamente, de acuerdo a la edad suelen aparecer desequilibrios que pueden ser transitorios, recurrentes o permanentes.
Muchos contratiempos terminan por reequilibrase solos a medida que el organismo se recompone con su propia capacidad reparadora y otros que persisten en el tiempo, necesitan de una evaluación médica.
Siempre tenemos que tener en cuenta que cualquier desequilibrio de la salud tiene una causa y primer gesto que nos debe mover, es investigar el origen de cada mal e intentar neutralizarlo porque mientras la causa desencadenante persista activa el mal tenderá a permanecer.
Los médicos tenemos muchas herramientas para dilucidar un diagnóstico y las causas desencadenantes, pero sin dudas, las herramientas más importantes de todas serán un minucioso interrogatorio que nos oriente, tratando de investigar, después de tener en cuenta la edad y el sexo, la antigüedad del mal, su localización, su sintomatología, sus antecedentes personales de salud, y laborales, sus condiciones sociales y familiares y luego un minucioso examen físico para intentar aproximarnos al diagnóstico.
Una vez finalizada esta etapa, pensaremos que exámenes complementarios de laboratorio y de imagen podrían ayudarnos a aclarar nuestras dudas o presunciones.
En estas épocas de fácil acceso a internet, es frecuente que el paciente venga con ideas preconcebidas, en ocasiones bien orientada y en otras, totalmente ajenas a las conclusiones del médico.
El temor a las enfermedades es un sentimiento que nos cruza a todos y la ansiedad que esto genera, contribuye frecuentemente a exaltar la sintomatología por eso, más allá de cumplir con todo el protocolo para un correcto diagnóstico, se hace necesario trasmitir confianza y seguridad al quien se siente enfermo y tratar de despejar todas las dudas que sea posible antes de que el paciente se retire de la consulta, pero la responsabilidad de un resultado no es solo del médico tratante, sino que el paciente debe cumplir con la parte que le corresponde en el cumplimiento de las indicaciones.
En principio, la responsabilidad de la definición de un diagnóstico y de las indicaciones adecuadas, corresponde en su totalidad al médico tratante, pero una vez que el paciente se retira del consultorio, la responsabilidad se transfiere al paciente quien debe cumplir estrictamente lo acordado con él.
Una vez que el médico ha llegado a una conclusión, se debe asegurar que el paciente ha entendido cada una de las indicaciones realizadas que es una condición imprescindible para que el tratamiento indicado tenga la mayor efectividad posible.
Pero no todos los organismos son iguales y tampoco son iguales las condiciones personales de cada paciente y en la mayoría de los casos, habrá que volver a evaluar en un periodo razonable, la respuesta a las indicaciones y el resultado de eventuales exámenes indicados.
Hay enfermedades que se curan con el tratamiento indicado y otras que se hacen crónicas porque no se logra dilucidar la causa, o porque, aún dilucidada no se puede neutralizar y otras que son consideradas esenciales y no se puede llegar a dilucidar la causa.
La responsabilidad del médico no es necesariamente curar en todo el caso al paciente, sobre todo si se trata de una enfermedad recurrente, pero es sí por lo menos, orientar, despejar dudas, minimizar la sintomatología, equilibrar el tratamiento, atenuar la progresión, buscar la mayor confortabilidad sanitaria y acompañar en forma cálida a quien ha confiado en cada profesional.
Hasta aquí todo bien, pero cuando no se tiene la colaboración del paciente en el cumplimiento de la indicación médica, todo el esfuerzo previamente realizado para llegar a la mejor conclusión posible, pierde total eficacia.
No hay mejor remedio ni habrá que una relación médico paciente fluida cada uno cumpliendo en forma efectiva el papel que le toca como una unidad armoniosa de mutua confianza.