jueves 18 de abril, 2024
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Gerardo Ponce de León
Por

Gerardo Ponce de León

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Por Gerardo Ponce
De León
En una conversación, él me comentaba que se habían acostado tarde y, sabía que al otro día, no tenía ninguna obligación, se acostó pensando en dormir bastante; pero era el amanecer y no pudo seguir durmiendo, ya que el canto de los pájaros lo despertó. Ahí comprendió lo que es el contacto con la naturaleza, para él, era algo raro y que le era imposible determinar cuántos eran los cantores.
Internamente, mientras escuchaba el relato, di gracias a Dios, que uno vive con eso y que no me llama la atención, ya que es el “pan nuestro de cada día” Cuando terminó de contarme, le comenté que, entre casa y casa, existe un cañaveral, y duermen en él, todo tipo de pájaros y que nos han llamado la atención algunos que no son comunes de ver, como el pica palo del monte, dado que al no ser su habita natural, los demás lo pelean y lo quieren sacar de su dormitorio.
Y la verdad es que tenemos que vivir la experiencia de otro para darnos cuenta lo que tenemos y no valoramos, porque la costumbre, el vivirlo todos los días, no deja que valoremos lo que tenemos. Como ya les escribí, que es una lástima, que se permita la caza indiscriminada de animales silvestres. Ya hemos encontrado venados, carpinchos, muertos por balas perdidas de cazadores, que se mueven por los campos, armados y con focos, de día o de noche. Hoy es casi imposible divisar, en las costar de Río Arapey, bosta de carpincho, lo que era muy frecuente hallar. Pero lo que sucede es que los vecinos dejan entrar para acampar en la costa de sus campos, y me tengo que callar la boca, ya que son dueños, ellos y no yo.
Y así como no valoramos lo que tenemos, en la parte de fauna, nos suceden con el ser humano. Lo tenemos a nuestro lado y no somos capaces de verlo, y si lo vemos, no lo valoramos como tal. Miren que alguien más asqueroso con los que están ahí, para aparecer cuando uno arranca el auto y hacen señas (si las hacen) y que, casi nos obligan, a darle algo. Cuando uno llegó y tiene problemas para hacer posible de no tocar al que está estacionado, ellos están por ahí, conversando o fumando, y no son capaces de hacer una señal para que no se tenga un contacto con los que están parados; pero bastó que arrancó, para verlo a nuestro lado. Esta actitud me “saca” de casillas y me olvido que en muchos casos son gente que están para hacerse de un peso, como también, los hay, para comprar bebida o droga.
Juzgo y no soy capaz de mirar la situación o el aspecto de esa persona. Claro que no es fácil ver a otro ser, en el lugar de ese, y no es común que uno se ponga en el lugar de él, porque puede ser que una familia está esperando su llegada para comer algo, o tiene que comprar alcohol para “matar” una pena que tiene dentro. Puedo estar equivocado, pero he conocido gente que, estando enferma, y se curó, que cuenta que su llegada a la enfermedad se debió a ver problemas en su familia, y era la forma de salir de ese infierno.
Sabiendo todo esto, es superior a mi ver como no valoramos lo que tenemos, como no cuidamos nuestro entorno; dejo que me gane mi intolerancia y juzgando y no valorando.
Y ¿quién soy yo para juzgar? ¿ no será que tengo que comenzar conmigo?