viernes 19 de abril, 2024
  • 8 am

Miedo a los padres

Gisela Caram
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Gisela Caram

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Ps. Gisela Caram*
Durante la infancia, los niños van construyendo su esquema de valores y reglas de convivencia de acuerdo a las pautas, límites, mandatos que van recibiendo de los padres.
La educación puede ser en base a reglas y normas, que se imparten de diferentes formas.
Cada niño las incorpora como puede.
A veces cuesta más y a veces estas cuestiones, son incorporadas naturalmente.
Hay niños más tranquilos y niños más rebeldes.
Hay padres más estrictos y disciplinados y padres más flexibles.
Padres muy exigentes y otros no.
El ponerse de acuerdo entre padres, como trasmitir el mismo mensaje, es fundamental porque los niños lo captan y perciben desde muy chicos.
Estar de acuerdo, es fundamental en la crianza, porque ambos trasmiten seguridad y estabilidad.
Hay cuestiones muy naturalizadas en las familias, como determinada forma de educar y castigar.
Si alguno de los dos padres, la vivió en su familia de origen, y la repite porque si así lo educaron sus padres, cree “está bien”, sería oportuno lo re-pensara.
“Me educaron así, con el cinto, y no tengo ningún trauma, yo le pego con el cinto o lo pongo bajo la ducha para que aprenda, no le va a pasar nada…”pues creo que esos padres, fueron castigados en forma violenta, y les pegan de la misma forma a sus hijos, y están repitiendo su trauma, y sí, tienen un trauma.
No recuerdan el miedo, la angustia y la impotencia que sentían cuando eran castigados.
Estos padres que fueron golpeados y naturalizaron esto, como una pauta de “educación”, omiten todas las emociones y sentimientos de pánico que sentían, el miedo que les provocaban estos sometimientos de los que no podían escapar. A lo que se suma, la creencia de “si lo hacían sus padres, estaría bien…”
No necesariamente se discrepa en las pautas de crianza, cuando los padres están separados, a veces, estando juntos, hay diferencias que no logran alinearse a la hora de educar. Y esto último es lo que resulta más confuso.
Cuando por ejemplo uno deja la puesta de límites para el otro, o porque no puede poner límites, o porque le resulta y amenaza con la figura del otro como “ogr@”.
Esta cuestión de: “cuando venga tu padre ya vas a ver!”, el padre como único que puede parar las transgresiones de los hijos, y la madre como que no tiene autoridad para hacerlo, además de ser un modelo patriarcal, muestra a los hijos una “madre-niña”, una madre en un envase de adulta.
Otra cuestión es la de los niños que presencian discusiones fuertes y violentas con frecuencia, son niños que viven en el miedo. Miedo a que le pase algo a alguno de sus padres, de perderlos, de ser violentados también.
Este miedo a los padres, por las actitudes de amenaza que se respiran en el aire, no aparece necesariamente como “miedo a los padres”, sino que va disfrazado de miedo a otras cosas, los niños no manifiestan “tengo miedo a papá o a mamá”, dicen tengo miedo de los ladrones, miedo de tal o cual monstruo, de cualquier cosa u objeto que su imaginación puede crear, es decir, se desplaza a otras cosas, pero también puede aparecer como rabietas, angustias, enojos, indefensiones, problemas en la conducta, agresividad con otros…
Tampoco todos los miedos y diferentes conductas de los niños se deben a climas de tensión en la familia. Hay edades en las que van emergiendo miedos esperables, parte del crecimiento.
Solo invito a la reflexión y el consenso a la hora de educar.
A ponerse de acuerdo.
A revisar los formatos de las crianzas de cada uno.
A pensar que siempre es un buen momento para modificar nuestros haceres…
Nunca es tarde para sentarse y hablar.
Y pensar.
Y asumir que en el día a día, se van construyendo seres humanos que deberán enfrentar la vida, más o menos temerosos, más o menos seguros, más o menos resentidos, más o menos sanos…
*Especialista en Psicoanálisis Vincular