jueves 18 de abril, 2024
  • 8 am

¡Ojalá!

Gerardo Ponce de León
Por

Gerardo Ponce de León

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Por Gerardo Ponce
De León
Cada vez que culmina un año, tenemos la costumbre de mirar el año que ha pasado y tenemos la sensación de que ha sido un año más rápido que el anterior, nos han quedado cosas por hacer, que nos ha faltado tiempo, la verdad es muy capaz que se tenga razón, pero también tenemos que ver que quisimos hacer más y no importa ni la forma ni el orden que le dimos; lógicamente, al ser así, quedan cosas por hacer. También es cierto que el “modernismo” nos lleva a ese querer hacer más cosas.
Me decía una de mis hermanas: “No te voy a desear un feliz año nuevo sino que te voy a decir ¡ojalá!
Ojalá puedas dejar todo lo malo vivido, tirarlo en la papelera, puedas olvidar cosas que uno acarrea esas que uno no se da cuenta y frenan alegrías porque uno arrastra cosas, ojalá vengan muchas cosas lindas, ojalá puedas disfrutar mucho de la vida en adelante, ojalá tengas salud, por eso no te deseo sino que te digo: ¡ojalá!
A uno le cuesta no desear y pasar al ojalá ya que todos estamos en el principio y no en final de esta frase. Es muy capaz de mi parte que le agregaría el ojalá valore a la familia, dado que tiene un valor muy especial en la vida de cada uno de nosotros. El ser humano está para vivir en sociedad y esta comienza en el núcleo más pequeño y allegado a uno o a cada ser humano. Por muchos motivos se rompe pero siempre queda un recuerdo de ella, sea bueno o malo, pero está ahí para que recordemos que éramos y formamos un núcleo, con nombre y apellido. La culpa de esa ruptura es nuestra y nada tiene que ver la sociedad.
Es entonces que tenemos que tirar las cosas en una papelera. Todo eso que implica “perder” tiempo, que le damos un valor que no tiene, lo tenemos que poner en un “bolso” para tirar y que con el tiempo pierda valor y brillo; así lo dejamos de lado o nos olvidamos de lo que lo deseábamos, es la forma de tirar en la papelera del deshecho de cosas vanas de nuestra vida. Si lo hago, creo que me cuesta mucho y por eso me falta tiempo que lo pierdo dándole valor a lo que no tiene y no valorar lo que realmente se lo merece.
Cada día que pasa me doy cuenta de mi dejadez en este sentido, ya que la comodidad, el no querer mejorar (en lo que significa) en mi parte de adelanto tecnológico, y me es más fácil preguntar que aprender a usar, aprender, ya que dentro de poco tiempo se va a perder nuestra visita a los bancos, las intendencias, el trato, a cambio del uso de la tecnología. Se está perdiendo esa visita a cualquier lado, de los nombrados, para hacer los cambios, pagos, por el uso de la computadora. Todos estos cambios, si miramos en el tiempo, comenzó con el hombre saliendo al espacio; la dejada de lado de los discos por el grabador y así comenzó el camino de los adelantos.
Pero algo que no ha cambiado es el trato hacia el ser humano. Siempre tenemos que mirar, con o sin lo queramos, a quien tenemos en nuestra vida que es el prójimo. Siempre vamos a tener que pedir ayuda a Dios, para que lo busquemos en el que está adelante, a nuestro lado o en cualquier ser humano. Dios está en la tecnología, en los adelantos, en nuestra vida misma.