Por Cecilia Eguiluz
En 2020 publiqué un artículo titulado “Desde el bipartidismo hacia los dos bloques”, en el que señalaba que la ciudadanía estaba claramente dividida en dos grandes bloques. Sin embargo, el sistema político no ha logrado adaptarse a esta realidad que los ciudadanos ya consideran evidente. Un ejemplo claro es que, si la Coalición Republicana se hubiese presentado como un lema partidario único en las elecciones de octubre, no estaríamos ahora discutiendo sobre quién ganó a quién. Además, el resultado parlamentario habría sido diferente con los mismos votos: de haberse unido bajo el mismo lema, la coalición habría logrado mayor representación en el Senado, con un 48% frente al 44% obtenido por el Frente Amplio.
Nuestro sistema electoral asigna representación en función del lema, y esto benefició al Frente Amplio, que obtuvo más bancas al presentarse bajo un solo lema, mientras que los partidos de la coalición quedaron representados por separado. A modo de ejemplo, con unos 55 mil votos, el lema mayoritario aseguraba una banca en el Senado. En cambio, al competir con lemas diferentes, se necesitaban más de 80 mil votos para lograr el mismo escaño.
Esta división en dos bloques ideológicos (más que electorales) debería revisarse de cara a las elecciones de 2030, con el fin de que la representación política refleje de manera fiel la voluntad de los ciudadanos. Personalmente, considero que es necesaria una autocrítica en este sentido, y que deberíamos plantearnos la posibilidad de que la coalición se presente bajo un único lema, manteniendo las identidades de los partidos políticos. Esta es una discusión importante, que además podría incluir la propuesta de una candidatura presidencial única y su método de selección.
Es un tema complejo y discutible, pero creo que este es el camino que muchos uruguayos están considerando y respaldando con su voto.
Respecto a otra cuestión que surge en esta campaña electoral, al comparar gestiones de gobierno, considero importante hacer un análisis cronológico y de liderazgo. No es lógico comparar 15 años de gobierno del Frente Amplio con los 5 años de la coalición, especialmente considerando el impacto de la pandemia de COVID-19. Además, no se pueden comparar las presidencias de figuras ya retiradas, como Tabaré Vázquez y José Mujica, con la posible gestión de Yamandú Orsi, quien además enfrentará el reto de liderar con una mayoría interna del MPP en proceso de transición.
En mi caso, apoyo la idea de que la Coalición Republicana reciba una nueva oportunidad. Necesitamos darle otros cinco años a este gobierno, con una renovada estructura de partidos y legisladores que resultan esperanzadores. Este análisis busca presentar hechos concretos y situaciones reales, con el fin de que los lectores puedan evaluar de manera clara y votar de forma consciente, asumiendo la responsabilidad de su elección.
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