Por Pablo Vela
Uruguay avanzó en los últimos años en el cuidado de los animales aunque aún enfrenta desafíos significativos en cuanto a la protección efectiva de sus derechos. La legislación, aunque ha dado pasos importantes, es insuficiente y carece de una implementación más estricta y generalizada. La situación actual muestra un país con conciencia creciente sobre el bienestar animal, pero que necesita dar un salto cualitativo en sus políticas públicas y su cultura hacia el respeto y la protección de los animales.
En 2018, Uruguay promulgó la Ley N° 18.471, conocida como la «Ley de Protección de Animales», que prohíbe el maltrato y la crueldad hacia los animales. Esta ley también contempla la prohibición de peleas de perros y otros espectáculos de crueldad, así como la obligación de que los animales sean tratados con dignidad. Sin embargo, aunque esta ley establece un marco legal importante, presenta falencias en cuanto a la aplicación práctica de las sanciones y medidas preventivas. A pesar de la existencia de leyes, la ejecución de las mismas aún queda en una zona gris, con casos de maltrato animal que no son debidamente procesados, o que terminan con sanciones mínimas que no tienen un impacto real en la prevención del abuso.
Las penas por maltrato animal en Uruguay varían dependiendo de la gravedad del delito, con multas que pueden ir desde unos pocos miles de pesos hasta penas de prisión para los casos más graves. Sin embargo, la aplicabilidad de estas penas es cuestionable. En muchos casos, el sistema judicial no siempre actúa con la celeridad ni la contundencia necesaria, y los maltratadores a menudo quedan impunes o reciben castigos que no disuaden de manera efectiva la reincidencia.
Un aspecto positivo es que Uruguay está dando pasos para fortalecer las penas y las organizaciones de protección animal presionan constantemente para que se revise el Código Penal en cuanto a la severidad de las sanciones. Sin embargo, muchos expertos coinciden en que no basta con endurecer las penas (como en otros delitos), sino que también es crucial mejorar la formación y la sensibilización de los operadores judiciales y policiales, quienes a menudo carecen de la capacitación necesaria para identificar y procesar los casos de maltrato animal de manera eficiente.
Uno de los grandes problemas de fondo en Uruguay es la falta de una verdadera cultura de respeto hacia los animales. Aunque cada vez más personas reconocen el sufrimiento de los animales y apoyan la adopción responsable, persisten prácticas arraigadas, como el abandono de mascotas o la utilización de animales en espectáculos crueles. Las campañas educativas en las escuelas y la sociedad en general, si bien están comenzando a implementarse, aún son insuficientes y no llegan a todos los sectores.
El gobierno y las ONGs deben colaborar más en la difusión de información sobre la tenencia responsable de mascotas, el adoptar mascotas, las consecuencias del maltrato animal y la importancia de la esterilización.
Entendemos necesario hacer énfasis en: una implementación más estricta de la ley, con mayor cantidad de inspectores y mayor presión sobre las autoridades locales para hacer cumplir las normativas existentes, programas de educación masivos sobre el bienestar animal desde las primeras etapas de la educación escolar, fomento de la esterilización animal (gratuita), incentivar la adopción responsable y apoyo a organizaciones de protección animal (trabajo en conjunto).
Las leyes son importantes pero el cambio real radica en la cultura de respeto y una ciudadanía comprometida con los derechos de los seres más vulnerables. Sin un enfoque integral que combine legislación, prevención y educación, el bienestar de los animales en Uruguay seguirá siendo una cuestión secundaria en el camino hacia una sociedad más justa y humana.
Columnistas