Ante una nueva Navidad el Obispo de la Diócesis de Salto, Mons. Arturo Fajardo, emitió un mensaje para las familias católicas que recuerdan en estas horas el nacimiento de Jesús. La Navidad es para los católicos una fecha significativa ya que se celebra la llegada del hijo de Dios que se hizo hombre para salvar a la humanidad.
SOCIEDAD FRAGMENTADA
“Lo más propio del cristiano es la alegría, en el anuncio del Ángel a María la primera palabra es alégrate llena de gracia. En Navidad la ciudad se viste de luz y de fiesta, celebrar es romper la rutina y afirmar el valor de la vida”, señaló Fajardo. “Celebramos el nacimiento de un niño que los cristianos creemos es el Emanuel el Hijo de Dios que quiso “acampar” en nuestro mundo. Celebramos la venida del Señor en un mundo violento, en una sociedad fragmentada que pierde el valor de la dignidad de la persona humana hecha a imagen y semejanza de Dios y del sentido y valor de la vida desde su concepción hasta su fin natural. En un país que se reconoció como de cercanías estamos perdiendo el sentido de la vecindad. Dios se hace niño: un niño pobre que nos hace ricos, un niño frágil que nos hace fuertes, un niño esclavo que nos hace libres”, dijo.
CONSTRUCTORES DE PAZ
Por otro lado el obispo de Salto dijo que “es Navidad y no queremos perder la capacidad de asombro, la conmoción, la sorpresa por lo que acontece. Es la invitación a no convertir la celebración solo en ruido y consumo, ponernos en camino hacia Belén y contemplar en un momento de silencio el misterio de la encarnación plasmado en el Pesebre. Que podamos ser cada uno de nosotros constructores de la paz, en la familia, en la sociedad en la comunidad cristiana. Navidad nos enseña que solo en el don de nuestra vida por amor está el sentido de la vida”.
“LA NAVIDAD HACE QUE
LA VIDA TENGA SENTIDO”
Fajardo agregó que es un día muy especial para los cristianos en un tiempo marcado por la violencia, las guerras en Israel, el conflicto en Ucrania y en medio de esta realidad los cristianos siguen apostando a la vida. Seguramente ha sido un año que ha tenido para muchas personas pérdidas, partidas, momentos difíciles, falta de trabajo, desazón, pero con la mirada puesta en el niño Jesús que es el “príncipe de la paz”, la vida tiene sentido. El obispo invitó a celebrar más allá de las angustias y de las cosas que nos opacan el corazón, a encontrar la luz y a celebrar en familia más allá del consumo y el ruido, en silencio cada uno desde su corazón para calmar las tempestades y lograr mejorar nuestro entorno, nuestra vida y la de quienes nos rodean.
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