Por Carlos Arredondo
“Es importante tener en cuenta que el mundo está precisando de un Gobierno Global, sobre todo en la cuestión climática. Porque cuando nosotros tomamos una decisión y esta decisión es elevada al Estado Nacional, normalmente el Estado Nacional no concuerda. Los empresarios no la aceptan, los diputados y senadores no la votan y no la aprueban. Entonces lo que nosotros aprobamos aquí, va siendo un montón de papel que se queda dentro de un cajón, y luego cambia de cajón, pero continúa sin ejecutarse.
Si hay una cosa para la que necesitamos un Gobierno Mundial, es para la cuestión climática, porque tenemos que tener un foro multilateral que tenga poder de decisión definitivo para que sea aplicado. Porque si no el tiempo pasa, la gente muere y las cosas no se cumplen en el mundo”.
El entrecomillado con el que elegí comenzar esta columna es parte del discurso del presidente de Brasil, Luiz Inácio “Lula” Da Silva, realizado en la COP27 (27° Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) que se celebró en Egipto del 6 al 18 de noviembre de 2022. Notarás que son declaraciones que ya tienen poco más de dos años, pero a mi entender son bien demostrativas de la situación que vivimos, y mucho aun no advierten.
Lo que entiendo dice el presidente brasilero se puede resumir en estas pocas palabras: “Como el cambio climático es un problema tan grande, debemos admitir un Gobierno Mundial para que tome cartas en el asunto, y así evitar que las democracias impidan que se tomen medidas…”. Un canto a la dictadura Global, y un alevoso desprecio por nuestras democracias y en la misma línea que desde hace años viene marcando José Mujica en nuestro país.
Para el caso que los cientos de informes de especialistas que indican que el cambio climático no es un problema (que el CO2 no es -ni nunca fue- un problema, y que en realidad es todo “un bulo”, que solo apunta a justificar la instalación del viejo anhelo: El Gobierno Único Mundial, y tantos otros argumentos…)y estuvieran equivocados, pensar, dar a entender o pretender justificar alguna acción, evitando los controles y tiempos de la democracia, llamando a saltárselos, es por lo menos: temerario.
Algunos analistas asumen que Lula en realidad no es partidario de lo que dijo, sino que solo se congració con quienes manejan el dinero mundial, y presumen que el mandatario brasileño, con esas declaraciones, consiguió una buena partida de dinero que habría volcado a la concreción de obras de gestión. Los defensores de Da Silva juzgan como buena cosa que haya asumido el tristísimo papel de mandadero de los poderosos, a cambio de prebendas dinerarias. Y lo que es peor: Él ni siquiera integraría -la integrarían otros- esa “Gobernanza Global” que con tanta fuerza promueve. En el mejor de los casos: La peor de las prostituciones.
Como sea; con Lula o sin Lula, el mensaje es claro: hay que evitar que gobernantes, senadores, diputados, empresarios, etc, etc analicen la situación, por el simple hecho que complican las acciones que “deben” tomarse.
Pero ¿Quién, o quienes, son los que deberían definir esas medidas sin que los representantes de los ciudadanos tengan derecho a expresar -y que sea tenida en cuenta- su opinión? Lo cierto es que parece ser que “el cambio climático” es la excusa.
De aquellas declaraciones ya han pasado más de dos años, y como he afirmado en esta columna, las elites globalistas pretenden asestar su golpe de knockout a las democracias con la instalación de la agenda 2030 a través de los 17 ODS (Objetivos de desarrollo Sostenibles) y sus 169 metas.
La llegada de Yamandú Orsi a la presidencia de la república, no hace más que encender las alarmas de quienes miramos con atención, y preocupación, este crucial asunto, pues, como buen pupilo del mas globalista de todos: José Mujica Cordano, Yamandú Orsi no demorará en subirse al carro de Lula y cumplir con los mandamientos de quienes dan las ordenes; El globalismo y sus intenciones.
Columnistas