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Jueves 18 de Diciembre, 2025 190 vistas

Ing. Agr. Emilio Duarte: Manejo ganadero adaptativo ante un posible escenario La Niña

El anuncio de la persistencia de condiciones asociadas al fenómeno La Niña motivó la realización de la jornada técnica titulada "Ante el anuncio de La Niña: Manejo adaptativo en sistemas ganaderos, pensando en el verano", desarrollada el 12 de diciembre a las 19 horas en el local de la Asociación Agropecuaria de Salto. La actividad fue organizada de forma conjunta por dicha gremial y el Instituto Plan Agropecuario, con la participación de técnicos y productores de la región norte del país.
El encuentro se propuso generar un espacio de análisis y reflexión técnica sobre la toma de decisiones en sistemas ganaderos frente a escenarios de probabilidad de lluvias por debajo de lo normal y temperaturas elevadas durante el verano. En ese marco, el Ing. Agr. Emilio Duarte, técnico del Instituto Plan Agropecuario en la Regional Litoral Norte, aportó elementos conceptuales y prácticos orientados a la planificación del manejo forrajero y del rodeo, partiendo de información objetiva proveniente de la Encuesta RING.
La jornada se desarrolló en un contexto regional particular, caracterizado por precipitaciones recientes que permitieron mantener buenos niveles de disponibilidad forrajera en el norte del país, en contraste con otras zonas donde las lluvias han sido más escasas. Este escenario fue tomado como punto de partida para analizar cómo enfrentar un eventual período seco sin comprometer el capital productivo de los sistemas ganaderos.
La Niña como probabilidad y no como certeza climática
Durante su intervención, Duarte subrayó la necesidad de interpretar los pronósticos climáticos en su justa dimensión, evitando lecturas deterministas. "El pronóstico es una probabilidad de que las lluvias sean menores, nada más que eso", señaló, recordando que siempre existe una probabilidad menor de que las precipitaciones se ubiquen en valores normales o incluso superiores a lo esperado.
El técnico recordó que el fenómeno La Niña venía siendo anunciado desde hacía varios meses, incluso para la primavera, pero que en la región norte del país su impacto fue limitado. Mientras en otras zonas del territorio nacional ya se observan restricciones en el crecimiento de las pasturas, en el Litoral Norte las lluvias permitieron sostener una buena oferta forrajera al inicio del verano.
En ese contexto, Duarte insistió en la importancia de trabajar con escenarios posibles y no con certezas absolutas. El enfoque planteado durante la jornada consistió en proyectar qué ocurriría en un establecimiento ganadero promedio si se confirmara un escenario de lluvias muy escasas durante los meses de enero, febrero y marzo, incorporando además el efecto de temperaturas elevadas, que vienen incrementándose de forma sostenida año tras año.
El punto de partida: pasto, dotación y condición corporal
Uno de los ejes centrales del análisis fue la definición del punto de arranque desde el cual evaluar los posibles impactos de un período seco. Para ello, Duarte propuso trabajar sobre la base de los valores promedio relevados por la Encuesta RING, que reflejan la situación declarada por los propios productores en cuanto a dotación, disponibilidad de pasto y estado corporal del rodeo.
El ejercicio técnico planteó un establecimiento con una dotación promedio de 0,77 unidades ganaderas por hectárea y una altura promedio de pasto de ocho centímetros, distribuida en cinco potreros con diferentes alturas, que van desde cuatro hasta doce centímetros. "Ese es el arranque de lo que es la proyección, porque sería la situación mejor descripta a partir de la RING", explicó Duarte.
A partir de ese punto inicial, el análisis permitió dimensionar la importancia estratégica del pasto disponible al inicio del período crítico. El técnico fue categórico al señalar que "el capital importante que tienen los establecimientos hoy es el pasto", destacando que no es lo mismo enfrentar una restricción hídrica partiendo de tres o cuatro centímetros que hacerlo desde un promedio de ocho centímetros, lo que amortigua de forma significativa los impactos negativos de un verano seco.
Dinámica forrajera y rol del pastoreo en escenarios restrictivos
Duarte explicó que la dinámica entre el crecimiento del pasto y el consumo animal es compleja y difícil de modelar con exactitud. Incluso en condiciones de sequía, el crecimiento forrajero no se detiene completamente, aunque sí puede verse severamente reducido. Sobre esa base productiva, el ganado continúa ejerciendo presión de pastoreo, lo que obliga a ajustar el manejo para evitar pérdidas irreversibles.
En situaciones de lluvias escasas y altas temperaturas, algunos tipos de pasturas tienden a secarse y, en determinados suelos, incluso a volarse. Frente a ello, el técnico enfatizó la importancia de ordenar el pastoreo, evitando que los animales recorran todo el campo de manera indiscriminada. "No andar con los animales caminando por todo el campo todo el tiempo, sino ir comiendo de forma ordenada los mejores pastos", sostuvo.
En ese esquema, los potreros con menor altura de pasto, como aquellos que se ubican en torno a los cuatro centímetros, pasan a cumplir un rol estratégico. Duarte explicó que esos potreros suelen liberarse del pastoreo, permitiendo que se recuperen a partir de las lluvias recientes y funcionen como áreas de rebrote en los meses siguientes, mientras el rodeo se concentra en las áreas con mayor disponibilidad forrajera.
Categorías críticas y prioridades de manejo en verano
El manejo diferenciado por categorías fue otro de los aspectos destacados durante la jornada. Duarte señaló que, en esta época del año, las vacas de cría con ternero al pie se encuentran en un momento de altísima demanda nutricional, ya que además de la lactancia se encuentran en pleno período de entore.
"Están con altísima demanda de pasto, no solo de pasto, sino también de sombra y de agua", indicó, subrayando que estas categorías deben priorizarse en los potreros con mayor disponibilidad forrajera, buena aguada y sombra adecuada, condiciones que suelen coincidir en los suelos más profundos y cercanos a cursos de agua.
Este enfoque permite proteger tanto el desempeño reproductivo como el bienestar animal en un contexto climático exigente. Al mismo tiempo, libera áreas de menor calidad o menor oferta para su recuperación, contribuyendo a sostener el equilibrio del sistema productivo durante los meses críticos.
Condición corporal del rodeo: un punto a favor
En relación con el estado de los animales, Duarte destacó que, de acuerdo con los datos de la Encuesta RING, el rodeo de cría atraviesa uno de sus mejores momentos en términos de condición corporal. "El 70% de las vacas de cría están por encima de la condición corporal cuatro", afirmó, señalando que este nivel es indicativo de animales con capacidad reproductiva adecuada.
Este dato resulta clave al momento de proyectar escenarios adversos, ya que un rodeo que ingresa al verano con buena condición corporal tiene mayor margen de maniobra frente a eventuales restricciones forrajeras. La combinación de buen estado animal y adecuada disponibilidad de pasto constituye, según el técnico, una base sólida para enfrentar un posible período seco sin comprometer los resultados productivos.
Sistemas de pastoreo intensivo y experiencias en cría
Consultado sobre el comportamiento de sistemas más intensivos, como los pastoreos rotativos o racionales tipo Voisin, Duarte fue cauto y aclaró que no cuenta con una experiencia directa suficiente para emitir conclusiones generales. No obstante, compartió experiencias concretas observadas en predios de la zona, particularmente en sistemas de cría.
El técnico relató casos exitosos en los que se implementaron estrategias específicas para compatibilizar el pastoreo racional con el período de partos, como la utilización de potreros destinados exclusivamente a parición o esquemas en los que el rodeo continúa su desplazamiento y las vacas recién paridas se reincorporan posteriormente. "Son cosas que a mí me gusta escucharlas de aquellos productores que están adaptándose a ese manejo", expresó.
Estas experiencias muestran que la adaptación de la vaca de cría a sistemas más intensivos es posible, aunque requiere ajustes operativos y un conocimiento fino del comportamiento animal, aspectos que deben ser evaluados caso a caso.
La evolución del control del pasto en predios ganaderos
Uno de los aspectos más valorados por Duarte fue la evolución en la forma en que los productores observan y gestionan el pasto. Comparando la situación actual con la de dos décadas atrás, el técnico señaló que existe una mejora sustancial en la mirada sobre el recurso forrajero. "Hoy hay una mejor mirada al pasto, independientemente de si es con una regla o con una apreciación visual", afirmó.
Recordó que años atrás el seguimiento se centraba casi exclusivamente en el estado de los animales, mientras que el pasto no era considerado una variable de control clave. Actualmente, en cambio, muchos productores toman decisiones anticipadas basándose en la altura y disponibilidad de forraje, incluso antes de que los animales manifiesten pérdidas de condición.
Duarte destacó que este cambio se refleja claramente en el paisaje rural, donde es cada vez más común observar potreros estratégicamente reservados hacia fines de otoño, una práctica que calificó como una "sofisticación muy grande" en los sistemas productivos, lograda tras años de aprendizaje y transferencia de conocimiento.
Sequía, riesgo productivo y oportunidades de manejo
En el cierre de su análisis, Duarte abordó la percepción del riesgo asociada a la sequía, particularmente en el norte del país, donde estos eventos forman parte de la historia productiva. Si bien reconoció que la falta de pasto constituye un problema serio, señaló que, en comparación, el exceso de pasto es un inconveniente menor y más fácil de resolver.
El técnico explicó que resulta mucho más traumático verse obligado a vender ganado en condiciones desfavorables que gestionar un excedente forrajero mediante ajustes de carga o estrategias comerciales. En ese sentido, sostuvo que un contexto de abundancia de pasto incluso puede abrir oportunidades de negocio, siempre que se analice el marco económico y se planifique adecuadamente.
Finalmente, Duarte subrayó el impacto emocional y productivo de las sequías prolongadas, remarcando que afectan no solo la economía del sistema, sino también el ánimo de quienes los gestionan. Frente a ello, el manejo anticipado, la observación permanente del pasto y la planificación basada en escenarios probables se consolidan como herramientas clave para sostener la resiliencia de los sistemas ganaderos.