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Miércoles 17 de Diciembre, 2025 83 vistas

OPYPA advierte desaceleración agropecuaria en un contexto internacional de alta incertidumbre

La economista Angela Cortelezzi, integrante de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (OPYPA), presentó un detallado análisis del contexto económico internacional y nacional en el marco de la presentación de la 33ª edición del Anuario de OPYPA, realizada el 16 de diciembre de 2025. La exposición se desarrolló en un escenario global caracterizado por una elevada incertidumbre, atravesado por tensiones políticas y comerciales que han condicionado el desempeño de la economía mundial a lo largo del año.
Según explicó Cortelezzi, el año 2025 estuvo fuertemente influido por los anuncios de la administración de Estados Unidos en relación con la imposición unilateral de aranceles a partir del mes de abril. Estas decisiones generaron un clima de inestabilidad que impactó sobre los flujos comerciales, las inversiones y el acceso al financiamiento a nivel global. En ese marco, la economista señaló que la economía mundial transita una etapa definida como de "interdependencia instrumentalizada", donde los instrumentos económicos son utilizados como herramientas centrales de estrategias geopolíticas, afectando simultáneamente múltiples objetivos de política.
Las últimas proyecciones del Fondo Monetario Internacional reflejan este contexto. De acuerdo con los datos presentados, el crecimiento económico mundial al cierre de 2025 se ubicaría en torno al 3,2%, levemente por debajo de lo esperado a comienzos de año. Para 2026, las estimaciones indican una nueva desaceleración, tanto en el conjunto de las economías avanzadas, con particular incidencia en Estados Unidos, como en las economías emergentes. En este último grupo, China aparece como uno de los países más afectados por las medidas comerciales adoptadas, mientras que en la región se destaca la expectativa de un repunte de la economía argentina, con implicancias relevantes para Uruguay, incluso en actividades como el turismo.
Comercio internacional, dólar y precios de los commodities
Uno de los aspectos centrales del análisis estuvo vinculado a la evolución del comercio internacional. Cortelezzi indicó que, pese al clima de incertidumbre, el comercio mundial crecería alrededor de 3,6% al cierre de 2025. En términos históricos, se trata de una cifra que no resulta negativa y que, según explicó, responde a la capacidad de las cadenas globales de suministro para anticiparse a los anuncios de medidas comerciales, mediante el adelantamiento de exportaciones y el stockeo de producción.
La economista subrayó que este comportamiento también estuvo influido por la decisión de muchos socios comerciales de Estados Unidos de no responder con medidas espejo, evitando así una escalada de represalias comerciales. No obstante, advirtió que para 2026 se espera una desaceleración más marcada del comercio internacional, dado que el efecto de adelantamiento de operaciones ya no podrá repetirse con la misma intensidad.
En paralelo, el año 2025 mostró una trayectoria de debilitamiento del dólar a nivel internacional, luego de casi una década de fortalecimiento sostenido. Esta evolución, explicó Cortelezzi, responde tanto a la incertidumbre global como a una estrategia explícita de Estados Unidos orientada a mejorar su balanza comercial y estimular su actividad industrial. El debilitamiento del dólar tuvo implicancias directas sobre los mercados de commodities, cuyos precios mostraron, en promedio, una tendencia a la baja.
Entre enero y octubre de 2025, los precios internacionales de los commodities registraron una caída acumulada del entorno de 9%, con descensos más pronunciados en los bienes energéticos, como el petróleo, influenciados por factores como la sobreproducción, la moderación de la actividad económica y procesos estructurales como la electrificación del transporte. En el caso de los bienes agrícolas, la tendencia bajista se concentró especialmente en los cereales, mientras que minerales, metálicos y fertilizantes también evidenciaron movimientos relevantes, estos últimos con impacto directo en los costos de producción.
Desempeño reciente de la economía uruguaya
Al abordar la situación nacional, Cortelezzi explicó que la economía uruguaya mostró un crecimiento de 2,3% en el período enero-setiembre de 2025, en comparación con igual período del año anterior, de acuerdo con los datos de cuentas nacionales divulgados recientemente. En este desempeño, el sector agropecuario tuvo un rol relevante, junto con la industria manufacturera y el comercio, aportando de manera significativa al crecimiento.
Desde la óptica de los componentes del gasto, el consumo de los hogares y las exportaciones explicaron buena parte de la expansión económica. En este último caso, el sector agropecuario volvió a destacarse, con un aporte sustantivo al dinamismo exportador del país. No obstante, la economista advirtió que, en términos desestacionalizados, el Producto Interno Bruto mostró una caída en el tercer trimestre, lo que, de repetirse, podría configurar una recesión técnica.
En materia de competitividad y precios, Uruguay acompañó la tendencia internacional de debilitamiento del dólar. Entre enero y noviembre de 2025, el tipo de cambio nominal acumuló una caída del entorno de 10,3%. A su vez, la inflación anual se mantuvo controlada, completando dos años y medio dentro del rango meta establecido por el Banco Central del Uruguay. La inflación subyacente también se ubicó dentro de ese rango y mostró una desaceleración sostenida, mientras que las expectativas de inflación a dos años se posicionaron en mínimos históricos.
Este escenario, señaló Cortelezzi, refleja una creciente credibilidad en la política monetaria y habilitó al Banco Central a iniciar un proceso de reducción de la tasa de interés de referencia a partir del segundo semestre del año, con margen para continuar descendiendo en la medida en que se mantengan las condiciones actuales.
Exportaciones agroindustriales 
El sector externo fue otro de los ejes destacados de la presentación. De acuerdo con las proyecciones de OPYPA, las exportaciones de bienes de Uruguay cerrarían 2025 por encima de los 13.000 millones de dólares, de los cuales algo más de 10.000 millones corresponderían a las cadenas agroindustriales. Dentro de este conjunto, el complejo cárnico, la celulosa, la soja y los lácteos concentrarían alrededor de 7.800 millones de dólares del total exportado por el sector.
Cortelezzi calificó esta cifra como "destacada" y subrayó el rol sobresaliente del complejo cárnico en su conjunto, así como el desempeño de la celulosa, la soja y los lácteos. Al mismo tiempo, advirtió que este resultado vuelve a poner en evidencia la concentración de destinos y productos en la agenda exportadora del país, un aspecto que puede leerse tanto como una fortaleza coyuntural como un desafío estructural.
En relación con los precios internacionales, la economista explicó que, a diferencia de lo ocurrido con los cereales y la soja, donde se observaron caídas de precios, las carnes y los lácteos lograron sostener trayectorias más firmes, e incluso al alza, especialmente en mercados de alto valor. Esta dinámica permitió que los mejores precios internacionales se trasladaran al mercado interno, mejorando en promedio los resultados de la cadena pecuaria, en contraste con la cadena agrícola, que enfrentó márgenes más acotados por la combinación de precios a la baja y costos en aumento.
Zafras agrícolas y pecuarias: contrastes y desafíos
El análisis de las zafras 2024/25 y 2025/26 ocupó un lugar central en la exposición. Cortelezzi recordó que la lectura del desempeño de las cadenas agropecuarias se realiza en años agrícolas, lo que genera un desfasaje respecto a la contabilidad del crecimiento nacional, que se mide en años civiles. En la zafra 2024/25, que cerró a mediados de 2025, las condiciones climáticas fueron muy favorables, permitiendo cosechas récord en varios cultivos y una buena disponibilidad forrajera.
En ese contexto, tanto la cadena pecuaria, en carne y leche, como la agricultura de verano mostraron resultados productivos muy destacados. En el caso de la soja, si bien los precios internacionales descendieron, los elevados rendimientos permitieron sostener márgenes económicos relativamente favorables. "A veces son las variables de volumen las que nos ayudan a generar un buen rendimiento económico", señaló la economista.
Para la zafra 2025/26, en cambio, el panorama aparece más heterogéneo. En carne vacuna, tras un crecimiento de 1% en la temporada anterior, se proyecta una contracción de la producción del orden de 1%. Esta evolución se explica por varios factores, entre ellos los elevados niveles de faena registrados en el segundo semestre de 2025, el volumen de exportaciones en pie y los efectos rezagados de la sequía 2022/23, que aún se reflejan en la disponibilidad de novillos terminados.
Si bien la tasa de procreo se habría recuperado, posicionándose nuevamente por encima de los 3 millones de terneros, la economista explicó que la mayor cantidad de animales se combinaría con menores ganancias de peso promedio. En consecuencia, las toneladas destinadas a faena y a exportación en pie serían algo menores, explicando la contracción proyectada en la producción de carne.
En agricultura de invierno, la zafra 2025/26 se caracteriza por una de las mayores áreas sembradas de la serie histórica, con unas 745.000 hectáreas. No obstante, se prevé una caída de la producción asociada principalmente a menores rendimientos. Para cebada y trigo, OPYPA manejó rendimientos del entorno de los 4.100 kilos por hectárea, aunque las últimas informaciones sugieren que podrían ser levemente superiores.
En agricultura de verano, el punto de partida son las cosechas récord del ciclo anterior. Para la nueva zafra, se proyecta un área de soja de aproximadamente 1.240.000 hectáreas, con rendimientos dentro de la tendencia promedio. Sin embargo, Cortelezzi aclaró que la eventual ocurrencia de un evento "La Niña" durante el verano no fue incorporada en las estimaciones de rendimiento, dada la dificultad de cuantificar su impacto con precisión.