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Martes 09 de Diciembre, 2025 115 vistas

Por el Dr Guillermo de Nava: La cría en el Uruguay: el segmento cenicienta

Cuando analizamos las actividades de instituciones públicas o privadas vinculadas al sector agropecuario, -sean éstas organismos de investigación o sociedad de criadores de razas maternas, sean destacados medios de prensa o la Universidad-, comprobamos con cierto desasosiego que la cría y los sistemas criadores suelen ser postergados o incluso ignorados en ellas, siempre a favor de temáticas más directamente vinculadas a otros segmentos de la industria de la carne. 
Nos preguntamos las razones que llevan a que la institucionalidad agropecuaria, la iniciativa pública y privada del sector, postergue o relegue a la cría de esa forma, destinando así una porción considerablemente menor de sus recursos a aspectos de promoción, desarrollo, divulgación, o innovación relacionadas a las vacas y su función, a los sistemas en donde ellas se encuentran. 
¿Puede ser que se crea que en la cría no hay interrogantes, que esté todo sabido? 
¿Puede ser que no existan aspectos que necesiten ser debatidos o no se entienda que exista una necesidad de intercambiar ideas y conceptos para mejorar procesos en los sistemas criadores?  
Es difícil creer que tal sea el caso, a menos que también el efecto Dunning-Kruger, -ese efecto en que la confianza es mayor en aquellos individuos con menos experiencia sobre un tema en particular, pero que va disminuyendo a medida que aumenta la experiencia hasta volver a restaurarse cuando la persona se va volviendo un experto-, se esté padeciendo en la órbita del sector ganadero, corriendo riesgos que una especie de incompetencia inconsciente lleve a una autoevaluación sobreestimada en el tema. 
La cría en el Uruguay tiene su singularidad, se desarrolla mayoritariamente sobre campo natural, sujeta a un ambiente particular y con condiciones propias, lo que hace siempre necesario conocer su potencial, las alternativas para mejorar su productividad, su retorno económico, mejorar sus procesos.
Revisando la última información publicada por la DIEA, hay unas 39 mil declaraciones juradas de DICOSE, de predios ganaderos con animales, que ocupan unos 13,7 millones de hectáreas en Uruguay. El 63% de éstos son predios criadores a los que, si le sumamos un 13% de predios con ciclo completo, determina que los establecimientos en los que hay vacas de cría constituyen una muy amplia mayoría, ocupando por su parte unos 11,2 millones de hectáreas, el 81% de la superficie ganadera de nuestro país. De forma tal que, la postergación de la cría en la agenda agropecuaria uruguaya tampoco se explica por la irrelevancia del segmento en la ganadería nacional. 
Sin embargo, la actividad de los corrales, la calidad de la carne, la recría, los aspectos de la invernada, para nombrar solo algunos, parecen sobrepasar a la cría en el interés, en el foco o la relevancia, a la hora de organizar eventos, de destinar recursos, de generar discusiones.
Por supuesto que está bueno que exista ese foco, ese interés, sobre todas esas otras actividades. Lo que señalamos, sin embargo, es la poca relevancia relativa que se le da a la cría en Uruguay, un hecho en disonancia con los datos presentados en el párrafo anterior. Uruguay cuenta con algunos sistemas criadores cruzando ya la frontera de lo que se cree posible en cuanto a producción por unidad de superficie. 
En ellos se combinan aspectos de manejo del pastoreo, manejo reproductivo controlado, genética y sanidad para permitir alcanzar excelentes indicadores productivos y económicos, con el uso racional de los recursos básicos de los predios. En muchos de esos establecimientos con rodeos de alta performance, sus gestores creen que el techo aún no se ha alcanzado, lo que hace que exista avidez también por parte de ellos por conocer otras experiencias exitosas, para discutir más sobre oportunidades, hablar más sobre la función de las vacas. 
"Para el que mira sin ver, la tierra es tierra, nomás" decía Don Atahualpa Yupanqui. También esa máxima se pueda aplicar a las vacas: para el que mira sin ver, las vacas son solo eso, vacas; pero para aquellos que ven, las vacas son una fuente muy preciada de recursos, tienen el increíble poder de transformar el pasto de menor calidad en una proteína valiosísima para la humanidad y cumplen con una trascendente tarea ecosistémica. 
Esta concepción nos alienta a focalizarnos en los límites que tenemos que intentar sobrepasar y en todo lo que aún nos queda por aprender en el apasionante tema de los rodeos de cría. Démosle, entonces, a la cría el lugar que con justicia se merece.