Por Carlos Arredondo
Viene de la columna anterior…
De lo que te estoy escribiendo es de la creación del Tratado de Pandemias (TP), y las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional (RSI), dos instrumentos para la gestión de emergencias de salud pública, que se impulsan en la OMS, están en pleno proceso, y van camino a convertirse en lo que legitime lo que en el mundo se señala como la “Dictadura Sanitaria Global”.
¿Te suena un tanto exagerado? Lo comprendo, pero luego de explicarte qué es lo que hay detrás comprenderás por qué se teme que así sea.
Antes de continuar déjame puntualizar un aspecto que no es para nada menor: Me refiero a que el TP es un instrumento que no existe y en estos momentos se lo está creando, por lo que para su aprobación es necesario 2/3 de votos de la Asamblea Mundial de la Salud (AMS), donde Uruguay tiene como representante al Dr. Hernán Montenegro, y la aprobación de los parlamentos de los países miembros. Mientras que para aprobar las enmiendas del RSI solo es necesario mayoría simple de la AMS.
Una de las novedades que llega con el TP, es que el Director General de la OMS, Tedros Adhanom, pasará a tener poderes plenipotenciarios, incluso frente a Derechos Humanos Fundamentales.
Podrá cerrar nuestras fronteras, nuestros comercios, decretar confinamientos obligatorios, aplicar “control” de mascotas –y su sacrificio, claro-, así como de animales de granja, y el propio ganado de producción. Podría hacerlo “por las dudas”, para “prevenir” y siempre, eso sí, con la excusa de que es “por nuestro bien”.
Por si esto no alcanzara, una de las enmiendas incluye al RSI la palabra “vinculante”, lo que quiere decir que lo que ordene la OMS deberá ser acatado obligatoriamente por los países miembros, haya o no haya pandemia, a riesgo de sufrir fuertes sanciones económicas. También especifican que en caso de una pandemia la OMS definirá qué medicamentos deben usarse y cuáles no. Así los médicos no podrán usar los medicamentos que según su leal conocimiento estimen adecuados, so pena de ser inhabilitados y perder sus licencias médicas.
Por supuesto que la lista de aberraciones es mucho más larga, pero hay otros aspectos que demuestran lo oscuro de lo que se está planificando: Como te dije más arriba, en todos los países miembros la aprobación del TP debe indefectiblemente tener la aprobación del Parlamento, ya que se trata de un instrumento a crear. Este asunto es un serio problema para las pretensiones de la OMS, pero…
De acuerdo a lo que señalan especialistas, activistas y juristas europeos -y también varios eurodiputados-, dentro de los cambios que se pergeñan está previsto que la Unión Europea pueda sustituir a las naciones que la integran, en la ratificación del TP. O sea que las voluntades de los parlamentos de los países que integran el bloque, podrán ser birladas, y de todas maneras sería de aplicación obligatoria.
Este “simple” hecho, más lo expresado por nuestro país tras la 61 Cumbre de Presidentes del Mercosur, sumado al “detalle” de ocultar del conocimiento público, por “15 años”, lo que están redactando, me animo a pensar que por esta parte del mundo también podrían hacerlo de la misma manera -a través del bloque regional que integramos-.
Pero hay más: Según denuncia el jurista español Dr. Luis María Pardo, integrante de la organización “Iustitia Europa”, dentro de los 192 países que tienen voto en la AMS, algunos habrían comenzado a encontrar “reparos”, mostrando incomodidad frente a algunas de las intenciones del órgano Internacional.
Debido a que estos reparos pueden ser un “mal” ejemplo para otros países y podrían poner en riesgo la aprobación del tratado –cosa que la OMS no puede permitirse-, varias de las aberraciones que en principio estaban previstas fueran incluidas en el TP, están transformándose en enmiendas al RSI, donde solo se necesita la mitad más uno de los votos, y no requiere aprobación de los parlamentos.
Me despido, pero no me parece justo cerrar esta columna sin decirte que el Dr. Hernán Montenegro también representa a nuestro país en la OPS, y en la web de este organismo, se lo presenta como un médico chileno, y no hace referencia a ninguna actividad desarrollada en nuestro país -pareciera que nunca hubiese trabajado en Uruguay-, pero sí dice que desde 1995 solo trabajó en organismos internacionales. El ultimo, antes de “ganarse” la confianza de nuestro Gobierno y pasar a representarnos a vos y a mí en la OMS: Fue en la OMS…Pero todo es “por nuestro bien”.
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