En el predio del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) en el norte del país, se reunieron productores, técnicos y profesionales, celebrando la primera década de funcionamiento del CICOMA, presentándose charlas sobre la evolución del predio y los trabajos realizados con el ovino, validando tecnologías y mostrando los resultados económicos del predio.
El Ing. Agr. Diego Giorello, ex investigador de INIA en el área de pasturas y forrajes y hoy asesor privado, explicó que las relaciones de precio, la experiencia previa y el manejo del ovino, determinan la rapidez con que un productor capitaliza una oportunidad.
El profesional indicó que, más allá de la cultura ganadera tradicional -donde el vacuno suele privilegiarse en las praderas-, la relación de precios es un motor determinante en la toma de decisiones. En este punto colocó el acento en la experiencia acumulada por los productores: "quien ya experimentó la tecnología en otros momentos, cuando llegan los momentos de concretar o las relaciones de precios se muestran favorables, es quién más rápidamente capitaliza esa bonanza."
La afirmación plantea una doble lectura productiva y económica. Por un lado, quienes han trabajado con las herramientas tecnológicas -desde la elección de especies forrajeras hasta las prácticas de manejo- están en mejor posición para responder a una coyuntura favorable de precios. Por el otro, Giorello advirtió que "si no la monetizamos queda como una linda anécdota, pero no una realidad económica en el bolsillo."
Esa tensión entre rendimiento animal y resultado económico provocó en la jornada preguntas puntuales sobre la estrategia con corderos: aguantar o vender, acelerar recrías o sostener vientres. La respuesta técnica no es única; depende del grado de adopción tecnológica y del manejo que cada productor sea capaz de implementar.
¿Las mismas praderas para ovejas y vacas?
La coexistencia de ovinos y vacunos en una misma pradera es posible, pero requiere entender ciertas particularidades. Giorello lo explicó que "no es que no puedas utilizar la pradera que usas en el vacuno, para el ovino, sino que también aparecen algunas especificidades". Entre ellas, la mayor selección por parte de las majadas sobre las leguminosas y la necesidad de aportar pasturas de alta calidad en momentos críticos del ciclo ovino.
Para la terminación y los destetes de fin de año, el aporte de leguminosas y especies forrajeras de alta calidad puede marcar la diferencia. Giorello enumera las alternativas que han sido trabajadas y validadas por INIA, SUL y otros programas: "praderas que sean Lotus, sea trébol rojo, achicoria, sea alfalfa en varios lugares del norte, nabo forrajero en un momento ya se trabajó hace muchos años que permita una ganancia, una pastura de muy alta calidad durante los meses estivales que permite hacer destete que permita alguna aceleración en la recría."
El mérito de estas especies radica en su capacidad de ofrecer mayor densidad nutritiva en meses estivales, habilitando estrategias de recría y terminación que pueden acelerar ciclos productivos del ovino. Sin embargo, Giorello puntualiza que para otoño, invierno y primavera la compatibilidad con sistemas bovinos se amplía: "en lo que es otoño, invierno, primavera, normalmente podés utilizar las mismas." La clave, por tanto, está en discriminar especie por especie y en modular el manejo según estación, objetivo productivo y carga animal.
Riego, suelos y limitantes
El interés por sistematizar praderas con riego en el norte enfrenta restricciones técnicas concretas. En su diagnóstico, Giorello advierte sobre los suelos de basalto y la presencia de arcilla, que incrementan la vulnerabilidad de las praderas y condicionan la respuesta animal: "es difícil congeniar eso, sobre todo en los suelos de basalto, donde la arcilla te pesa bastante."
La contradicción aparece cuando las especies forrajeras de mejor calidad para ovinos -especialmente leguminosas estivales- requieren condiciones que un suelo encharcado o con excesos hídricos no suele ofrecer. El experto señala que las pruebas con trébol rojo y alfalfa han mostrado esta sensibilidad: "la mayor condicionante que tienen son los excesos que penalizan tanto la leguminosa como a los ovinos." En consecuencia, cualquier intento por incorporar riego debe contemplar diseño y manejo que reduzcan riesgos de encharcamiento y degradación.
El escenario climático también influye en la evaluación de inversiones: un verano "con cierta normalidad o tendiente a seco", según Giorello, puede favorecer que "un sistema bien sistematizado pueda ser más que exitoso." En términos prácticos esto implica que la decisión de invertir en riego y pasturas de alta calidad debe integrarse con proyecciones climáticas, textura de suelos y un esquema de manejo que minimice el impacto de excesos hídricos.
Manejo del pastoreo
Más que una etiqueta, el manejo del pastoreo es un conjunto de reglas que determinan el rendimiento. Giorello admite cierta reserva con la terminología: "el concepto de pastoreo racional a mí me cuesta un poquito, porque habría que concebir como irracional otra cosa, pero es más semántico." Más allá del nombre, lo que importa es la práctica: frecuencia de pases, severidad de rebajas y control de alturas de entrada y salida.
El ingeniero explicita la relación entre la carga animal, los remanentes y la productividad individual frente a la productividad por hectárea: "en la medida que las pasturas son más heterogéneas, obviamente que cobra más importancia el cuanto mejor tengas subdividido, cuanto mejor manejes las alturas de entrada, las alturas de salida, porque en definitiva lo que hace es que tu sistema está cargado, tiene una carga, vos con la carga manejas la productividad general que está condicionada también por la individual." La ecuación es sencilla en su formulación: bajar los remanentes suele incrementar la productividad por hectárea, pero penaliza la ganancia individual, por lo que la decisión de manejo es una balanza entre ambas variables.
Giorello sintetiza el problema con una metáfora culinaria que alude a la importancia de la ejecución técnica: "Siempre el ejemplo que pongo es el arroz blanco. Cada uno de nosotros podemos saber hacer arroz blanco, pero si le dan arroz, aceite, sal, algo de limón y una hornalla con fuego, cada uno va a ser un arroz blanco distinto y es por eso que hacemos énfasis muchas veces en que ingredientes podes tener, pero tomar las decisiones a tiempo y ejecutarlas con maestría, hace que vos puedas tener una pradera productiva o un campo natural productivo y por ahí con la misma cantidad de insumos puedes no tener nada o tener muy magros resultados."
Ese énfasis en la oportunidad de decisión es recurrente en su discurso: el insumo por sí solo no basta, la ejecución y el momento son determinantes. Por eso la adopción de tecnologías validada por instituciones y su integración en paquetes de manejo es un factor diferencial.
Tecnología, transferencia y adopción
Giorello destaca la existencia y validación de un paquete tecnológico desarrollado por instituciones públicas y proyectos regionales: INIA, SUL, Plan Agropecuario y otros han ido amalgamando ideas y opciones para el manejo ovino en praderas. "La sensación mía es que en cuanto a paquete tecnológico y un poco también en cuanto a la complejidad que tiene el ovino, siempre caminó un poquito adelante que el bovino en cuanto a generar opciones, transmitirlas y normalmente si existe el estímulo se la adopta."
Esa trayectoria de investigación y transferencia ha generado alternativas concretas para mejorar la calidad de forraje en estiaje estival, habilitar destetes y acelerar recrías. Pero la adopción efectiva requiere estímulo económico, confianza en la tecnología y, sobre todo, capacidad de gestión por parte del productor. En términos prácticos, los resultados observados en el campo experimental del Cicoma no son únicamente fruto de mejores semillas o mayor oferta de insumos: son el producto de decisiones tomadas en el momento justo, que consolidan la posibilidad de transformar rendimiento biológico en ingreso.