VENTA CALLEJERA
Aunque un colega de la casa realizó un informe sobre la merma de la pirotecnia en Navidad con relación a años anteriores, hay un aspecto que no ha pasado desapercibido,que va en contrasentido, y es el aumento de los puestos de venta de cohetes. Esquinas, canteros centrales y donde hubiera un espacio en condiciones, muchos instalaron sus mesas y sillas para hacer un “extra” de dinero a fin de año.
Desde los días previos a la Nochebuena se pudo apreciar una enorme cantidad de puestos, generalmente con jóvenes a cargo. El mismo día 24 de diciembre el crecimiento fue exponencial, llegando a contar hasta uno por cuadra en las principales avenidas de la ciudad. Si es que fue evidente que se redujo la pirotecnia en esta Navidad puede que la venta no haya sido tan redituable como lo parecía reflejar la cantidad de puestos venta. Quizás, otra explicación, obedezca a un aumento de compra de fuegos artificiales, con más luces y fuegos pero sin el estruendo acostumbrado, tal como se sugiere desde hace un tiempo, para no afectar a los animales con desarrollado sentido de audición.
DELIVERY LENTO
Es como una enfermedad contagiosa la demora de las empresas que se dedican a la venta de comida y viandas, ya sea al mediodía como en la noche, en cumplir con los pedidos en un tiempo razonable. ¿Quién no se ha quejado en más de una oportunidad? No se puede demorar una hora en preparar un chivito y trasladarlo 20 cuadras. Ya no se trata de una generalización sin fundamento sino una realidad que literalmente engloba a todas las casas gastronómicas. Muchas veces la justificación es “lo que pasa que tenemos un solo repartidor”. Quiere decir que el empleado, u hoy en día la empresa tercerizada que esté a cargo, se está viendo desbordado/a con su trabajo. La solución, más que obvia, sería colocar a una persona más en la función con el objetivo de no perder calidad en el servicio y los clientes.
DURMIENDO EN LA CALLE
En verano no resulta tan cruda la verdad de gente durmiendo en la calle, seguramente porque la temperatura no representa un riesgo para la vida. Sin embargo, es una realidad que siempre golpea a los ojos. En nuestra ciudad no es tan común como en otras poblaciones más grandes como Montevideo, pero se ha visto en los últimos días, frente a plaza Artigas o, el sábado por la mañana, en un zaguán de calle Sarandí ya avanzado el sol del día. El Estado no pone tanto énfasis en este problema cuando se trata de estas épocas, pero debería hacerlo.
BUENA: CALLE URUGUAY
Hay preocupación de las autoridades de que el centro de la ciudad se vea limpio. Hay sectores que están impecables por esa línea, pero hay lugares donde se encuentra basura, que básicamente tiene que ver con la educación de la gente. No son deshechos acumulados, aplastados, con tiempo deambulando con el viento, sino botellas, cajitas, papeles, bolsas, dejadas en un banco, en una ventaja o tiradas en el piso. Comentó una vecina: ”yo cuando barro la vereda pongo la basura y las hojas en una bolsa, pero la de al lado barre para la calle”.
MALA: INDIFERENCIA
Siguiendo con el tema, la situación en Valentín y Orestes Lanza es un fiel reflejo de una crisis que trasciende la gestión pública. Pese a la rápida respuesta del área de Recolección de la Intendencia de Salto tras la denuncia del Edil interviniente, el foco infeccioso resurgió en tiempo récord. Un hecho similar de descuido y desidia en la placita de barrio Nuevo Uruguay, como lo refleja la otra imagen.
Este ciclo de limpieza y suciedad evidencia que no basta con la eficiencia operativa si no existe corresponsabilidad ciudadana. El reclamo vecinal es justo, pero la solución definitiva no llegará solo con cartelería o camiones, sino con un cambio de conducta colectivo. Mientras unos pocos prioricen la comodidad de arrojar basura sobre la salud de los niños del barrio, Salto seguirá librando una batalla perdida contra su propia desidia.