Ps. Gisela Caram
Dicen las noticias que, en Uruguay, el porcentaje de niños en edad escolar ha disminuido, debido a la baja natalidad.
Cada vez son más, los hijos únicos.
Ese hijo viene con muchas expectativas. Al ir creciendo sin hermanos, la mirada, los festejos, toda la atención de sus dos padres, y el mundo, cae sobre él/ella, y el buen desempeño de sus conductas.
Los padres, abuelos y cuidadores, aunque no lo expresen con palabras, van mostrando con gestos, miradas, actitudes, cuánto les gratifican los logros que el niño va teniendo. Y esto no es malo. El punto es cuando solo se acompaña, se festeja, se adulan los logros, y se censura, se critican los fracasos o errores…
Los niños observan las respuestas de su entorno y van constituyendo su mundo interno, y así se irán ubicando en un “lugar”.
Hay niños que despliegan sus conductas en base al agrado o desagrado, la aprobación o desaprobación de los adultos referentes.
A medida que van creciendo, y ya con 4 o 5 años, a veces, observamos que aparecen conductas de oposición a lo esperado, de protesta, que algo está significando, además de la búsqueda de límites o reafirmación de lo que los padres esperan de él.
A veces, cuando hay algo que el niño no comprende, no acepta o no digiere, lo expresa en síntomas.
Los síntomas, generalmente aparecen cuando el aparato psíquico no puede con “algo”. Y es la manera de manifestarse.
A diferencia de lo que muchos piensan, cuando los niños manifiestan algún desajuste en sus conductas esperadas, atenderlos y decodificar por qué están molestos; es un buen camino para profundizar qué les está pasando, porque un síntoma habla de que algo les está pasando.
Riesgos del ÚNICO (y de todos)
-la sobreprotección, el excesivo cuidado, peca por ser una forma de no dejar que tengan diversas experiencias.
-miedos excesivos
-excesivo control
-darles todo lo que piden y lo que no piden también
– trasmitirles que la mirada y aprobación de los demás, es importante para su vida.
– vivir observando cómo es el desempeño académico, buscando siempre la excelencia, el éxito, lo cual no permite que el niño conecte con otros aspectos de su personalidad, la de un niño que a veces se cae, se levanta, se equivoca, llora, muestras sus debilidades y no por eso, pierde su valía…
-en esto de tanta ambición de perfección del niño, que los niños, con tal de cultivar todas las miradas, vaya autoexigiéndose tanto, que se vaya aislando o sea aislado, por sus pares.
-ser valorado solo por sus logros escolares, lo que provocará sentimientos de inseguridad en otros planos de su vida.
Algunos tips a tener en cuenta:
El ir creciendo y conectando con su propia identidad, que no es la fabricada por el deseo de los padres, hace que estos niños sean más libres interiormente.
Cuando algo no les sale bien, poder enseñar el camino de la aceptación de los errores, explicar una y mil veces, que somos humanos, y, a todos nos pasa; y lo más importante, que IGUAL SE LO QUIERE.
La línea que deben seguir padres y maestros es el de ayudar a “aceptarse” a sí mismos, sin tener que llegar a estándares ideales.
Actuar permisivamente no hará que el niño cambie, sino que lo ayudará a disminuir su vulnerabilidad y sufrimiento por no llegar a los ideales de cómo tienen que salirle las cosas.
Un niño muy exigido, será un adulto hostil consigo mismo, regido por metas altas y buscando ser superior a los otros.
Vivirá auto-juzgándose todo el tiempo y buscando la aprobación de los demás.
Vivirá con miedo de perder el lugar de “el mejor”, y/o buscando ser “el único”…
Mostrarle satisfacción desde pequeño tanto por lo que logra, como por lo afectuoso, lo leal, lo compañero, lo generoso, aleja de ese ideal de perfección.
Reafirmar que son amados incondicionalmente.
ENSEÑAR que equivocarse, no ganar, es parte de la vida y valorizar otras instancias como la amistad, el ocio, otras cosas que son imperfectas y disfrutables, para así vivir la vida más descontracturados y sin ese estrés que implica “no bajar la guardia”…
