El centro de Salto languidece, está avejentado, roto, despintado, feo. Urge tomar medidas que lo revitalicen, porque es la carta de presentación de una ciudad turística, porque hay una inversión inmobiliaria muy importante, y porque urbanísticamente tiene concentrado los servicios públicos y privados más importantes.
En Montevideo pasó un proceso similar, y no ha sido bueno para la ciudad, de manera que no repetir errores debiera ser prioritario.
Veamos el contexto, al centro salteño se le imponen condiciones de tránsito y estacionamiento que le restan posibilidades en relación a su competencia, Shopping y bagayopin, uno porque tiene estacionamiento propio y estacionamiento liberado en terrenos de AFE, y el otro porque no tiene límite alguno básicamente.
El centro sin embargo, debe lidiar con las “balconeras” de Malaquina que le restan espacios de tránsito y estacionamiento, debe pagar estacionamiento (85 cuadras) tarifado que es oneroso para visitantes, y que incluye a residentes que pagan altas contribuciones, altos servicios de alumbrado, recolección y barrido, y que se les maltrata hasta el punto de no dejarles estacionar ni siquiera frente a sus propios garajes.
Además, los espacios de recreación como las plazas, están invadidos por adeptos a las drogas y/o al alcohol, que hacen que las familias y sus niños, tanto del vecindario como las visitantes del centro, pierdan la posibilidad de disfrute.
Nos parece que estudiar cambios en las políticas de seguridad, no permitiendo la permanencia de quienes hacen uso de su derecho a saciar sus vicios, que debieran estar reservados al ámbito privado, no al público.
Asimismo, el tema del estacionamiento, no cobrando a residentes e instrumentando un régimen de estacionamiento limitado (1 hora) gratuita a través de una App, y solo cobrando ($100 la hora) a quienes pretendan un mayor tiempo, nos parece hará que se revitalice el uso del centro y fomentará que los residentes no pretendan dejarlo, como ha ocurrido en Montevideo.
Y además, proceder a un embellecimiento urbano, tanto de la calle Uruguay, y de las fachadas, fomentando su reforma y pintura, harán de a poco, que Salto vuelva a su reconocido, y perdido, señorío, que es cultural y por cierto, beneficioso económicamente.
Rodrigo Goñi
