Por Melisa Ferradini.
Las fiestas tradicionales de Navidad y Año Nuevo suelen presentarse como tiempos de encuentro, celebración y alegría, pero no todas las personas llegan a estas fechas de la misma manera. Para muchos, el cierre del año invita al balance personal, a revisar lo vivido, las metas alcanzadas y las que quedaron por el camino. Para otros, estas fiestas pueden estar atravesadas por el duelo, la soledad, el cansancio emocional o situaciones personales difíciles. En este contexto, en diálogo con CAMBIO, conversamos con la Psicóloga Yasmira Almeida sobre cómo impactan emocionalmente estas fechas, qué emociones son esperables, y qué herramientas pueden ayudarnos a transitar este Año Nuevo de una manera más consciente, respetuosa con lo que cada uno siente y vive.
FECHAS MOVILIZANTES
Según explica la Psicóloga, estas fechas movilizan profundamente porque “tienen una carga importante de significados simbólicos como familia, pertenencia, balance de lo positivo y negativo, cumplimiento de metas, cierre y nuevos comienzos”. Esto hace que “se activen recuerdos, expectativas y comparaciones con lo que “debería ser y hacer” y con lo que “debería sentir”, intensificando emociones agradables y dolorosas”. Uno de los aspectos más frecuentes es la llamada alegría obligatoria. “Social y culturalmente estamos construidos para que en estas fechas todo sea festividad y alegría”, señala Almeida, lo que muchas veces lleva a “tener que fingir el “estar bien”. Frente a esto, remarca que “todas las emociones son válidas, no existen positivas ni negativas”, y que la tristeza, la nostalgia o el cansancio emocional “forman parte de la experiencia humana, especialmente en fechas que invitan a mirar hacia atrás”. Forzar la alegría, advierte, “suele intensificar el malestar”.
EL DUELO
Para quienes atraviesan un duelo o una pérdida reciente, estas fechas suelen vivirse con mayor sensibilidad. “Las ausencias se hacen más visibles y el contraste con el clima festivo puede resultar doloroso”, relata, generando emociones como tristeza, ansiedad o soledad. En estos casos, es común sentir ambivalencia: “querer acompañar y presionarse a “estar bien” y, al mismo tiempo, necesitar resguardarse emocionalmente”. Desde la psicología, Almeida es clara: “No, en absoluto es saludable forzarse”. Y subraya que “es válido transitar estas fechas de otras maneras, respetando los propios tiempos y límites”, recordando que “celebrar no es obligatorio, cuidarse emocionalmente sí lo es”.
SEÑALES DE ALERTA
En cuanto a las señales de alerta, menciona “irritabilidad constante, llanto frecuente, aislamiento, insomnio, agotamiento extremo, consumo excesivo de alcohol o una sensación persistente de vacío”. Estas señales “nos están avisando que una persona no se encuentra bien emocionalmente”, y si se sostienen, “es importante pedir ayuda”. Respecto al balance de fin de año, invita a “practicar una mirada más compasiva”, recordando que “no todo se mide en logros visibles: también hay aprendizajes, procesos y esfuerzos silenciosos”. Entre las herramientas para atravesar estas fechas con mayor equilibrio emocional, destaca que “no estamos obligados a “estar bien” ni es nuestra responsabilidad cumplir expectativas ajenas”.