Pasar al contenido principal
Miércoles 24 de Diciembre, 2025 52 vistas

La deuda: un reto, pero no siempre un enemigo

Por Pablo Vela
Cuando hablamos de deuda en el contexto de la política y la gestión pública, es fácil caer en el mito de que toda deuda es negativa. Sin embargo, como en cualquier situación financiera, saber cómo manejarla marca la diferencia. El caso de Andrés Lima, ex intendente de Salto, nos ofrece un ejemplo claro de cómo las deudas, cuando son asumidas con responsabilidad, pueden ser un instrumento para el crecimiento, aunque también muestran los peligros de no gestionarlas adecuadamente.
Durante el mandato de Andrés Lima como intendente de Salto, el tema de la deuda se convirtió en un punto controversial. A lo largo de su gestión, se tomaron decisiones de endeudamiento que, a primera vista, parecían necesarias para financiar obras de infraestructura y proyectos de desarrollo. Sin embargo, a medida que la deuda aumentaba, también lo hacía la preocupación sobre cómo Salto podría enfrentarse a esos compromisos sin afectar la estabilidad económica de la ciudad.
El problema, en este caso, no era necesariamente la deuda en sí misma, sino la falta de una planificación clara y de medidas para garantizar que los recursos prestados se utilizaran de forma eficiente. La gestión de Lima, ¿aunque bien intencionada?, evidenció la importancia de no asumir deudas sin una estrategia clara de pago y retorno.
La deuda no siempre es sinónimo de problemas.
Pensemos, por ejemplo, en los préstamos destinados a financiar proyectos de infraestructura que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos. En muchos casos, las ciudades y gobiernos se endeudan para construir escuelas, hospitales o mejorar el transporte público. Si esos proyectos generan beneficios a largo plazo, como una mayor productividad y bienestar para la población, la deuda puede justificarse como una inversión en el futuro.
En el caso de un gobierno municipal, asumir deuda para financiar un proyecto que genere empleo o impulse la economía local puede ser positivo. Por ejemplo, en el caso de Salto, si las inversiones hubieran generado un retorno más claro y directo en términos de desarrollo económico y calidad de vida, el endeudamiento podría haber sido visto de forma mucho más favorable.
Para evitar caer en los errores que se observaron durante la gestión de Lima:
-Planificación clara: antes de asumir cualquier deuda, tener un plan bien definido de cómo se va a utilizar y cómo se va a devolver. No se trata solo de obtener dinero, sino de saber cómo y cuándo se generarán los beneficios de esa deuda.
-Transparencia: Los ciudadanos tienen derecho a saber cómo se gasta el dinero público. En el caso de Salto, la falta de información clara sobre el uso de los fondos fue una de las principales críticas. La transparencia es mantener la confianza de la población.
-Evaluar el retorno de la inversión: la deuda solo es positiva si lo que se invierte con ella tiene un retorno claro. El retorno debe medirse en términos de beneficios tangibles para la comunidad.
-Responsabilidad fiscal: es necesario asegurarse de que la deuda no crezca de forma desmedida y que se tenga capacidad para hacerle frente. De lo contrario, lo que comienza como una herramienta útil puede convertirse en una carga insostenible.
La deuda no debe ser vista como un enemigo en sí misma. Como vimos en el caso de Andrés Lima, cuando no se gestiona de forma adecuada, puede generar problemas significativos. Pero también, cuando se usa con responsabilidad, puede ser una herramienta poderosa para financiar proyectos que generen beneficios a largo plazo.
Al final, una deuda bien manejada puede ser el primer paso hacia un futuro más próspero, pero solo si se asume con cautela y visión.