
En el año 1977 mi tía abuela «María Elena Fernández de González», enviaba unas líneas a don Stello Monetti, intentando que sus «poesías» se difundieran por el prestigioso diario «Tribuna Salteña». A continuación transcribimos textualmente esas líneas.
«Sr. Stello Monetti
De mi mayor consideración:
Soy oriunda de Salto, aunque desde el año 1959 estoy radicada en Montevideo, y me tomé la libertad de escribirle con el único motivo de mandarle esas poesías; dejo a su criterio personal, sí valen algo como para publicarlas en «Tribuna Salteña» el diario para el que usted trabaja. Yo a Ud. lo conozco desde hace muchos años y creo firmemente que si no me recuerda, recordará a mi madre, la cual conocía muy bien, ella era Antonia Grana, y fue la lavandera de su Madre. Quiero que sepa que tengo varias poesías escritas, tal vez alguien capacitado que las lea pueda darme algún fallo alentador, por favor pase por alto las faltas de ortografía, pero tenga en cuenta que yo solo pude hacer hasta 3° año de escuela. María Elena Fernández de González…»
A CONTINUACIÓN,
POESÍA «LA ABUELA».
«La Abuela. La abuela descansa sentada en su silla su blanca cabeza inclinada está, sus ojos cerrados cansados y tristes tal vez por lo mucho que han visto ya, sus manos unidas gastadas y quietas por tanto trabajo que le dio la vida fueron en su tiempo suaves y ligeras prontas a la caricia y a calmar el llanto.
Curó las heridas de los tiernos hijos, acunó en sus brazos sueños y esperanzas, hoy está esperando que llegue el momento del último descanso, del último sueño”, María Elena Fernández de González».
DOÑA ANTONIA
Doña Antonia era mi bisabuela, cuándo la conocí ya estaba retirada de su duro oficio de Lavandera, pasaba sentada en el frente de su casa y a sus ambos lados dos macetones enormes con plantas, entre ellas, estaba escondida una tazón enlozada con «vino tinto» que era el néctar de mi bisabuela, y aunque tomaba, no se le notaba nada, lo disimulaba muy bien.
Además le gustaba fumar tabaco criollo en chala y tomar leche de vaca con cucharon, directamente de la olla, cuando ésta rompía el hervor… Nada hubiera sido posible sin la colaboración de Alicia Merjer que gentilmente nos envío las poesías de su madre y las imágenes para acompañar la publicación y que agradecemos profundamente.