Por el Padre Martín Ponce De León
Todos los septiembres la Iglesia nos invita a prestar una atención particular a la Biblia.
Conjunto de libros (biblia) que nos acercan la Palabra de Dios escrita desde la historia del pueblo de Israel.
Creo que lo primero debe ser un sincero agradecimiento a nuestros hermanos protestantes que han sido quienes nos han motivado a darle una debida y necesaria importancia a la Biblia.
Durante muchísimo tiempo, los cristianos tenían un cierto temor al uso de la Sagrada Escritura. Mientras que, los protestantes hacían de ella un uso central en su vida.
Fue el Concilio Vaticano II, que nos ayudó a no tener temor a la Biblia sino también, a introducirla en la vida de los católicos.
El mes de la Biblia debe ser una oportunidad para profundizar en la familiaridad de la utilización de dichos textos.
Solemos, al leer dichos textos, afirmar que los mismos son “Palabra de Dios” y, por lo tanto, Dios que, desde ellos, nos habla a nosotros hoy.
Poco a poco, se fue dejando la “Historia Sagrada” (que no era otra cosa que algunos textos de la Biblia) para ir familiarizándose con la utilización de la Biblia en su totalidad.
Se que, aún, estamos lejos de saber utilizar correctamente esa “Palabra de Dios” que podemos tener en nuestras manos.
Sin duda, que es un paso importante el que luego de la lectura o escucha de algún texto
Nos animemos a preguntarnos: “¿Qué dice el texto?” pero no podemos limitarnos a esa pregunta puesto que sería quedarnos en lo mas elemental y menos importante de la Biblia.
Necesitamos ser ayudados a dar un paso que nos conduce al verdadero sentido del aprovechamiento de los libros sagrados: “¿Qué me dice Dios?”.
Es reconocer que los textos no son otra cosa que un instrumento que Dios utiliza para hablarnos a cada uno de nosotros o a una comunidad.
El “¿Qué me dice?” es animarnos a dejarnos interpelar por Dios, y, para ello, dejar que nuestra vida entre en sintonía con El.
Necesitamos adentrarnos en lo profundo de Dios para escuchar lo que El tiene para decirnos sin caer en el error de hacerle decir lo que a nosotros nos conviene o interesa. Dios siempre nos cuestiona. Si solamente le escuchamos animarnos o alentarnos a continuar en lo que estamos, debemos preguntarnos si, verdaderamente le estamos escuchando, o por el contrario nos estamos escuchando a nosotros mismos.
Dios nos alienta y anima, pero, también, nos cuestiona para que crezcamos o le vivamos un algo más. Nunca se limita a conformarnos. Sabe y nos alienta a algo más pues, como nos conoce, anima nuestra capacidad de crecer. Por ello, un algo más desde una relación de amor que busca lo mejor para nosotros.
Siempre podemos escuchar un poco mejor a Dios. Siempre podemos permitir que su Palabra se haga más vida en nosotros. Siempre podemos, aprender a dejarnos cuestionar por El.
El mes de la Biblia, es una oportunidad para ejercitarnos en esa responsabilidad que no es otra cosa que un acto de amor para con Dios, que, porque nos ama no se cansa de hablarnos y de hacernos saber lo mucho de su amor por nosotros. Amor que nos acepta y ayuda a que crezcamos en nuestra condición de personas.No tengamos miedo a un Dios que nos habla, nos cuestiona y nos acompaña, como Padre que es, para que viviendo conforme El, seamos porque útiles felices de verdad.
MINUTO A MINUTO