
La cooperativa láctea Calcar, con sede en Carmelo, atraviesa su momento más crítico tras anunciarse su cierre definitivo, dejando una deuda de 2,4 millones de dólares con productores remitentes, tres meses de leche impagos, y salarios atrasados con sus trabajadores, según confirmó el presidente del Instituto Nacional de la Leche (INALE), Ricardo de Izaguirre, este lunes durante una entrevista con Radio Rural. El problema, afirmó, no es solo económico, sino estructural: “una industria sin leche es difícil que funcione”, sentenció. El cierre fue el tema central en la primera junta del INALE con sus nuevos delegados del Poder Ejecutivo y ha motivado la intervención de varios ministerios, aunque las esperanzas de reactivación son escasas.
En los últimos meses, Calcar no ha podido sostener su operativa. La falta de remisión de leche por parte de los productores—producto del creciente descreimiento y la pérdida de confianza—dejó a la planta sin materia prima, sumergiéndola en un colapso progresivo. Además, se registran incumplimientos en las retenciones, que no han sido derivadas a instituciones como Colonización y República Microfinanzas.
Mientras tanto, los trabajadores de la planta viven una situación de incertidumbre total. Muchos no han cobrado aún los salarios de marzo, y en algunos casos se adeudan aguinaldos y vacaciones. La realidad es dura: sin leche para procesar, la planta se encuentra paralizada y se espera que los funcionarios sean enviados al seguro de desempleo, una medida que golpea no solo a los empleados, sino a toda la comunidad que gira en torno a la actividad lechera en Carmelo.
De Izaguirre advirtió que muchas industrias con bajo volumen de leche pierden eficiencia rápidamente, y aunque existen herramientas como el Fondo de Reconversión de Industrias Lácteas, admitió que “no ha dado el resultado esperado”.