domingo 11 de mayo, 2025
  • 8 am

A falta de ideas, vulneración de derechos

Carlos Arredondo
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Carlos Arredondo

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Avisos judiaciales

Por Carlos Arredondo
Parece ser que el incremento de “robos piraña”, los que se cometen por dos personas que se desplazan en moto, “agudizó” la creatividad de nuestros gobernantes y desde el ministerio del interior reconocen que están analizando prohibir que en este país se pueda viajar de a dos, en moto. Así lo consignó diario El País en una nota publicada el pasado sábado 3 de mayo, escrita por la periodista Karen Parentelli.
Confieso que le tenía poca confianza a la gestión de Yamandú Orsi, pero jamás me imaginé que pudieran llegar tan lejos. Es que la medida, ni siquiera imaginada por George Orwell para su novela “1984”, no solo es absurda; También es peligrosa. Pero si a esto le sumamos que dentro de la batería de medidas que la cartera tiene en estudio se encuentra “el aumento del control en las ventas de motos”, comienzan a sonar las alarmas.
Para ponernos en contexto: Según El País “la idea es que no cualquiera pueda comprar una moto y que, si lo hace, eso quede documentando. “La variable moto la tenemos que solucionar”, dice a El País el subdirector de la Policía Nacional Alfredo Clavijo.” Más adelante al referirse a la prohibición de circular de a dos en moto, Clavijo afirmó: “Esto sería crucial, sobre todo en los robos piraña. Porque muchas veces uno conduce y otro comete el hurto. Si evitamos ese traslado en dúo, desarticulamos parte del plan delictivo”.
El plan del ministerio encierra un par de viejos trucos, que hace años vienen aplicando los diferentes gobiernos y que, según mi modesta opinión, es hora de comenzar a verlos, analizarlos y levantar nuestra voz.
Uno de los trucos es hacernos creer que la policía no puede combatir los delitos y hay que “ajustar” la legislación para que puedan hacerlo, aunque la experiencia indique que, aunque se aprueben leyes y decretos de tipo y color que busques, el delito nunca se combate (pero las leyes restrictivas y cada vez más duras, quedan y se aplican a todos).
El otro “viejo truco” lo vimos claramente durante la pandemia: Primero se instala el miedo – en este caso a los “robos pirañas”-, para luego aprobar disparates jurídicos, que pasan por encima derechos básicos -como en este caso: el de circulación y/o a comprar una motito- con el beneplácito de un pueblo atemorizado.
El asunto acá, no es la aplicación de perimidas recetas, ni la nula creatividad de nuestros gobernantes, no, el verdadero problema está en el trasfondo, porque como siempre ocurre, lo que vemos es la punta de un iceberg que tiene su verdadera imponencia sumergida, fuera del alcance de la vista de todos.
Es que la medida que pergeña nuestro ministerio no es otra cosa que un brutal recorte de derechos a los ciudadanos, y una vez más pretenden canjearnos un derecho -el de la seguridad – por otro -el de circulación y/o a comprar una moto libremente-.
Pero como en tantas otras oportunidades, las recetas no nacen acá, vienen de afuera: En la misma nota de El País, Clavijo recuerda que, en el año 2019, en la Argentina se aprobó la ley “anti motochorros, que tiene como objetivo combatir a los robos de delincuentes a bordo de motos y que habilita a los municipios de la provincia de Buenos Aires a fijar zonas y horarios en los que estará prohibida la circulación de dos personas en moto”.
Los memoriosos recordarán la feroz campaña mediática desarrollada en la Argentina en los años previos al 2019 -y que terminó (Oh casualidad) con la aprobación de esta ley -, sobre el “tremendo” problema que padecía la gente buena del hermano país, a raíz de la existencia de los “motochorros”. Otra vez la vieja receta: Inyección de miedo a través de los medios, y como respuesta; restricción de libertades y derechos, con el beneplácito de un pueblo atemorizado.
A decir verdad no creo que semejante atropello llegue a concretarse de este lado del río, pero las sirenas quedan todas encendidas debido a que una vez más queda claro que, no les tiembla el pulso para aplicar viejas prácticas fascistas, a que pareciera que gozan aplicando recetas impuestas desde afuera, y lo peor: Parecieran sentir un placer casi orgásmico al aplastar nuestros derechos, garantías y libertades.