Sobran motivos
Por Juan Carlos Ambrosoni
El inicio del año escolar en el país fue en la típica modalidad presencial, sin embargo, al poco tiempo las medidas tomadas por las autoridades ante el incremento de casos de COVID-19 configuraron el escenario inicial, adoptando políticas de vuelta a la virtualidad en los ámbitos educativos. Pasaron unos pocos meses para que nuevamente, escasos días atrás, niños volvieran a sus aulas en un proceso de retorno a clases que se está dando paulatinamente, en esta primera etapa que se da principalmente en nuestro departamento, Canelones y Montevideo con el regreso de primer, segundo y tercer grado de primaria. En cambio, a pesar de la alegre notica, el Intendente de nuestra comuna se manifestó en desacuerdo con la dedición argumentando que prefiere una escuela cerrada antes que una vida perdida o que el reinicio de los cursos traerán un aumento de positividad. Más allá de sus razones, es posible decir que estás suenan fuertemente en la sociedad y que el cierre de centros formativos tiene muchísimo más para perder que ganar.
Los motivos: los partidarios del cierre de escuelas argumentan que esta medida hace subir la propagación del virus, pero el rol de los niños en la emisión comunitaria no está comprobada. Es más, investigaciones de diversos países Europeos como Alemania, Noruega, Suiza e Italia muestran que los índices de transmisión en colegios son muy bajos, especialmente en medio de los niños en edad escolar. También, el jefe de la ciudad argumenta que la vuelta a clases aumentará la movilidad ya que el estudiante irá acompañado de un mayor a su respectiva institución. Si bien es verdad que el cerramiento de academias reduce el número de contactos que los chicos tendrían y que lograría disminuir los contagios, estudios develan que no hay diferencia en el peligro de morir por COVID entre hogares que viven o no niños. A su vez, demás está decir que para algunos chicos la educación es la única forma de salir de la pobreza que tienen. Las escuelas ofrecen un ambiente seguro, fuera de una vida de hogar con carencias afectivas y ciertos peligros. Las pérdidas de aprendizaje, reducción de interacción social, aislamiento, rebaja de actividad física, incremento de problemas de salud mental y aumento del potencial abuso, explotación y negligencia son todos factores que están asociados con el cierre de e institutos. Por último, el peligro que representa la enfermedad para pequeños y jóvenes es muy bajo, aunque cabe la pregunta ¿y los maestros, profesores y otros operarios del área? a la hora de pedir el bloqueo de los centros es que las clases presenciales incrementarían el riesgo de los educadores de infectarse. La evidencia que cita el editorial muestra que los maestros y los funcionarios de las escuelas no mantienen un superior riesgo en ingresos hospitalarios o muertes por Coronavirus que otros trabajadores. Los anteriores argumentos provienen de la revista médica del Reino Unido “The BMJ”.
Con el cierre de escuelas los niños tienen poco para ganar y muchísimo para perder. Es entendible la preocupación de nuestro jerarca municipal ante el tema por la situación sanitaria, pero la educación de mejor calidad posible y la salud mental de los más chicos es indispensable para construir su desarrollo y futuro.