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El espíritu de la Coalición Republicana

Por Gustavo Varela
La semana pasada, arrancó oficialmente, la actuación de la Coalición Republicana, haciendo su debut gubernamental en el Uruguay, si bien focalizada en nuestro departamento.
En las noticias que aparecieron en los distintos medios, y más en los capitalinos, se podían ver los Intendentes elegidos por el Partido Nacional, por el Partido Colorado, por el Frente Amplio, y aparecía por primera vez el intendente de Salto, individualizado como del partido Coalición Republicana.
La hoja de ruta que siempre se había pensado era, la creación del lema, la comparecencia en una elección, el triunfo como tal, y posteriormente gobernar bajo el novel partido.
Ya se han cumplido las tres primeras etapas, y arrancó como dije, la última de las etapas, que es observada por el resto de los departamentos, e incluso por las dirigencias nacionales, pues todo indica que se puede reeditar a nivel nacional en las próximas elecciones.
Si bien no figuraba en la hoja de ruta, quienes integran la CORE, fundamentalmente en los cuadros del ejecutivo, como los del legislativo departamental han ingresado en una etapa muy desafiante, como lo es la construcción de la institucionalidad.
Todavía se escucha en algunos corrillos hablar de “ellos”, por muchos de los integrantes Blancos, Colorados, Cabildantes e Independientes, para referirse al resto, sin darse cuenta de que hay que construir un “nosotros”.
Para llevar a cabo tal tarea, es necesario diálogo, tolerancia y mucha convivencia, para sacarse las “cosquillas” políticas que todos tenemos.
Muchas veces no vamos a coincidir, muchas veces vamos a disentir, en algunas ocasiones hasta votaremos divididos, como cualquier partido político, que se precie de tal, pues no somos antidemocráticos, para eliminar la oposición interna, como lo hacen los partidos de regímenes totalitarios.
Un partido que aspire a alcanzar el gobierno, por supuesto que debe ser fermental, innovador, discutidor, integrado por diferentes corrientes que pujen por convertirse en mayoría.
Pero esa actividad debe de desarrollarse dentro de ese paraguas que es la institucionalidad partidaria, para lo cual debe de tener en claro cuáles son los límites que no deben de sobrepasarse.
Si este formato llegó para quedarse, como muchos lo pensamos, pero además que se trasladará a nivel nacional, debemos de ir pensando en órganos comunes, que en principio oficie de amortiguador de problemas, pero que poco a poco se institucionalice, hasta que se convierta oficialmente en un órgano partidario.
Como idea, puede ser la creación de una especie de “consejo de ancianos”, que obviamente no va a tener actuación gubernamental ni en el ejecutivo ni en el legislativo departamental, pero que pueda ser un ámbito de trabajo, para cuando surjan determinados problemas que requieran de mucha cabeza y tolerancia.
Es necesario formar sentido de pertenencia de todos, hacia la CORE, lo que no significa que abdiquemos de cada una de nuestras diferentes raíces.
Debemos traer a esta nueva escena, lo mejor de nuestras tradiciones, amalgamándolas entre sí, para insertarnos en estos nuevos tiempos, que nos esperan.
Hasta ahora hemos podido construir lo tangible de la CORE, ahora debemos de profundizar en lo intangible, para hacerlo duradero.