jueves 25 de abril, 2024
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El recuerdo a 32 años de la visita del Papa Juan Pablo II a Salto

Fue quizás una de las visitas más ilustres que ha tenido Salto a lo largo de su historia. Histórica por el contexto en el que se vivía en el país e histórica por lo que significa para la vida de la Iglesia Católica uruguaya recibir a su máximo referente. El 9 de mayo del año 1989 no fue un día más para Salto, fue un día muy especial, que se preparó con mucha anticipación y que constituyó uno de los momentos más significativos para la vida cristiana. El Papa Juan Pablo II, pisaba por segunda vez tierra Uruguaya y en la segunda visita incluyó además de Montevideo, a Salto, Melo y Florida.
El Parque Mattos Netto (hoy cubierto de casas) fue el lugar elegido para que miles de salteños se congregaran para dar la bienvenida al pontífice polaco. Un quincho de madera y paja, criollo y humilde, fue el altar elegido para acobijar al sucesor del apóstol Pedro. Una comisión especial que organizó la Misa, fue la encargada de todos los detalles. En ella Mons. Marcelo Mendiharat, el Padre Emilio Ghidotti y el Esc. Enrique Cesio entre tantos otros, debieron organizar un evento que reunió a miles y miles de personas, tanto uruguayas como extranjeras.
UN GESTO DE PAZ
Tradicional gesto de Juan Pablo II cuando llegaba a un país o ciudad. Ni bien bajaba del avión se inclinaba y besaba la tierra. Lo hizo en el Aeropuerto de Nueva Hespérides, donde el avión que lo traía tocó tierra en la mañana del 9 de mayo de 1988. Luego en el Papa Móvil recorrió el trayecto que condujo hasta el Parque Mattos Netto, donde celebró la eucaristía
El coro Cantares con guitarras entonaba propicias canciones y miles de banderas blancas y amarrillas tapizaban el predio donde no cabía un alfiler. Familias enteras habían llegado desde la tarde anterior y acamparon toda la noche para poder ver al Papa más de cerca. En la bienvenida Mons. Mendiharat destacó la presencia de Juan Pablo II, tras el resurgir de la democracia en el país y le necesidad de un camino de oración y fe que cimentara las nuevas vocaciones. Tras la visita del pontífice, Uruguay tuvo una sustanciosa camada de jóvenes que aspiraban al sacerdocio.