sábado 19 de octubre, 2024
  • 8 am

Flora nativa: CEIBO

CARU

Por Ing. Agr. Tacuabé González Jiménez
tacuabenativo@yahoo.com.ar
Especie: Erythrina crista-galli L.
Familia: Leguminosae – Papilionoideae
Erythrina: del griego erythros = rojo (por el color de sus flores), crista galli = cresta de gallo (por la forma de sus flores).
Nombres comunes: Ceibo; Corticeira (Brasil); Zuinandí (Paraguay); Seibo (Argentina).
Distribución: norte y noreste de Argentina, Bolivia, Paraguay, sur de Brasil y Uruguay.
En nuestro país: es frecuente observarlo en las costas de cursos fluviales, abarcando en su distribución todo el territorio.
Hábitat: árbol heliófilo (necesita vivir a pleno sol), característico en bosques ribereños y áreas pantanosas del país. En ciertos lugares se constituye en uno de los componentes más importantes, tanto por su abundancia, su frecuencia, como por sus dimensiones. Son árboles que según el lugar donde los encontremos y la edad pueden alcanzar entre 10 a 14 m de altura, con diámetros de tronco de más de un metro.
Tronco con fuste corto, a veces con varios troncos desde la base, tomando un hábito particular. Ramas retorcidas, las jóvenes con aguijones.
Su copa es amplia y globosa, muy ramificada, ramillas con aguijones que se secan y quedan quebradizas.
La corteza es blanda, porosa, rugosa con surcos profundos, persistente.
El follaje es verde claro opaco y caducifolio.
Hojas alternas compuestas con tres folíolos (trifoliadas) dispuestas en tallos con aguijones, folíolos discolores enteros, margen íntegro con nervadura principal bien marcada con aguijones en la cara inferior. Pecíolos largos con aguijones.
Flores carnosas, vistosas agrupadas en racimos. Corola con pétalos diferenciados. Color rojo homogéneo o matizado con blanco. Los estambres y estilos emergentes de la quilla. La corola posee un pétalo grande llamado estandarte y 2 pequeños que se denominan alas; en el centro aparecen dos pétalos parcialmente soldados formando la quilla, que encierra el pistilo y los estambres.
A los europeos que llegaron cuando la conquista y colonización les llamó la atención el color de su floración rojo punzó.
Fenología: florece desde noviembre hasta el otoño, en vistosas floraciones que coexisten con las fructificaciones a partir de diciembre.
El fruto es una legumbre leñosa, dehiscente (que se abre sola) curva, con angostamientos entre semilla y semilla, cilíndrica de hasta 20 cm de largo, marrones con numerosas semillas arriñonadas castaño oscuras.
Propagación: por semillas que germinan en poco tiempo. También se pueden emplear estacas, gajos y acodos.
Por las características de la madera se emplea en aeromodelismo, en armazones para sillas de montar o recados, en objetos de poco peso como flotadores y macetas.
Macerando las flores se obtiene un colorante rojo usado para teñir telas y lanas. Con su corteza, hojas, brotes y flores se realizan diferentes preparados para aliviar algunas dolencias, prácticas ancestrales utilizadas en nuestros territorios.
Cumple junto con otras especies vegetales la función de fijar el suelo disminuyendo los procesos erosivos, a la vez de fijar nitrógeno atmosférico en simbiosis con bacterias.
Sensible a las heladas. A medida que se van definiendo las temperaturas bajas en el ciclo otoñal se hace notoria la caída de hojas. Esta defoliación se acentúa cuando suceden las primeras heladas. Dejando su fuerte estructura cupuliforme expuesta. Sensible a las sequías. Cuando él o los árboles de ceibo están en lugares donde la falta de agua en el verano puede hacerse significativa, hay una estrategia del vegetal, que es dejar caer las hojas. Luego de la ocurrencia de lluvias o riegos, comienza una nueva brotación, recomponiendo el área foliar y aún procesos de floración.
Debido a su corteza esponjosa su tronco muchas veces se halla cubierto por plantas epífitas, principalmente Bromeliáceas (Clavel del aire Tillandsia aeranthos, Tillandsia recurvata), Orquídeas (Flor de patito Oncidium bifolium), Cactáceas (Rhipsalis lumbricoides) y Helechos (Suelda-consuelda, Microgramma mortoniana).
Ver un Ceibo corpulento en pleno invierno, mostrando su estructura, es todo un espectáculo. Esa sensación se incrementa, si lo vemos en plena floración con su follaje a pleno. Es un placer verlo en forma aislada, pero si compone un ceibal el paisaje pasa a ser maravilloso.
Durante la floración es visitado por picaflores e insectos diversos que retiran su néctar y su polen aportando al proceso de la polinización. Es ornamental por excelencia, se planta como tal y para sombra. Ideal para plantarlo en jardines amplios y parques dándole el espacio adecuado, como también al borde de tajamares y lagos.
No es adecuado para las veredas por el tamaño de su copa y ramificaciones; si para plazas, parques y veredas anchas. Si las condiciones son propicias florece precozmente.
Es frecuente observar en primavera, la aparición en los brotes de una abundante espuma. Se debe a la presencia de un insecto Homóptero, Cephisus siccifolius, que por acción de sus ninfas que se alimentan de savia, generan como excreción esa espuma, la cual cae sobre plantas, veredas y vehículos, motivando preocupación. La colonia de ninfas está protegida con esa masa espumosa tanto de la deshidratación como de sus enemigos naturales. No provocan en el árbol gran daño, pues luego de cumplida esta etapa el insecto ya adulto abandona el lugar.
Algunos lugares para observar Ceibos en Salto: Plaza Artigas, Plaza de los Recuerdos, Plaza 1º de Mayo, Plaza Estigarribia, Escuela Nº 3, Escuela Nº 5, Parque Harriague, Parque de Flora Nativa “Rumbo al Ayuí”, Arroyo Ceibal y Costanera Sur.
En la ciudad de Salto el arroyo Ceibal es un elemento geográfico reconocible.
Al sur del mismo en su tramo medio, se desarrolló un barrio con fuerte identidad, que tomó su nombre, barrio Ceibal.
En su consolidación se llegó a conformar una institución deportiva, el Club Atlético Ceibal el 24 de junio de 1934; así como su Comisión Vecinal que es un referente en la organización social de la ciudad de Salto.
El Ceibo blanco merece un comentario en particular. Erythina crista-galli var. Leucochlora.
Es una variedad que se distingue por sus flores de color blanco puro, excepto en la base donde el color es verde atenuado. El follaje se presenta glauco, (verde claro).
Se lo encuentra a orillas del río Cebollatí, paraje La Charqueada, departamento de Treinta y tres. Es endémico de Uruguay pues solo en nuestro país crece naturalmente.
En Salto hay algunos ejemplares cultivados.
Flor Nacional, en Argentina lo es por decreto de diciembre de 1942.
En Uruguay es considerado popularmente como Flor Nacional.
El Consejo Nacional de Enseñanza Primaria y Normal en 1944 declaró al Ceibo como árbol simbólico de las escuelas de todo el país.
Ing. Agr. Tacuabé González Jiménez
tacuabenativo@yahoo.com.ar
Bibliografía consultada:
Brussa, C.; Grela, I. 2007. Flora arbórea del Uruguay.
Lombardo, A. 1964. Flora arbórea y arborescente del Uruguay.
Muñoz, J.; Ross, P.; Cracco, P. 2005. Flora indígena del Uruguay: árboles y arbustos ornamentales.
Anahí
Canción Guaraní Letra y Música: Osvaldo Sosa Cordero
Anahí,
las arpas dolientes hoy lloran arpegios
que son para ti.
Anahí
recuerdan acaso tu inmensa bravura
reina guaraní.
Anahí
indiecita fea de la voz tan dulce
como el aguaí.
Anahí, Anahí
tu raza no ha muerto, perduran sus fueros
en la flor rubí.
Defendiendo altiva tu indómita tribu
fuiste prisionera;
condenada a muerte, ya estaba tu cuerpo
envuelto en la hoguera,
y en tanto las llamas lo estaban quemando
en roja corola se fue transformando.
La noche piadosa cubrió tu dolor
y el alba asombrada
miró tu martirio hecho ceibo en flor.
Leyenda de la flor de Ceibo
Fernán Silva Valdés
Me lo dijo un  indio viejo y medio brujo
que se santiguaba y adoraba el sol:
»los ceibos del tiempo en que yo era niño
no lucían flores rojas como hoy.
Pero una mañana sucedió el milagro
-es algo tan bello que cuesta creer-
con la aurora vimos al ceibal de grana,
cual si por dos lados fuera a amanecer.
Y era que la moza más linda del pago,
esperando al novio toda la velada,
por entretenerse se había pasado
la hoja del ceibo por entre los labios.
Entonces los ceibos, como por encanto,
se fueron tiñendo de rojo color…»
Tal lo que me dijo aquel indio viejo
que se santiguaba y adoraba el sol.