Por el Padre Martín Ponce De León
Quisiera unir en un único artículo dos eventos que se darán en Salto en este fin de semana. Son dos eventos que hacen a la vida de la Iglesia en ese lugar.
Sábado 15
Asumirá como nuevo Obispo de la diócesis Monseñor Arturo Fajardo.
No ha de haber sido fácil encontrar un sucesor de Mons. Fernando pero las autoridades de la Iglesia han designado para esa tarea a Mons. Arturo Fajardo.
Un hombre tremendamente sencillo y de una sonrisa franca.
Ha estado, como obispo, durante mucho tiempo sembrando sencillez y calidez humana en la diócesis de San José. Una diócesis pequeña en territorio y con un presbiterio relativamente reducido.
Hoy asume la diócesis de mayor territorio a nivel nacional y con un presbiterio bastante numeroso.
Sin lugar a dudas ha de duplicarse su tarea y necesitará de un buen tiempo para poder decir que conoce la diócesis.
Deberá andar, con su paso tranquilo, por muchos caminos para poder llevar su presencia y palabra de pastor a muchos que estarán esperando de su presencia.
Sin duda no llegará con grandes discursos ni elevadas reflexiones teológicas sino con una voz cercana, sencilla y popular.
No dudo en que habrán de encontrar en él, siempre, al cura cercano con quien poder dialogar y compartir inquietudes o proyectos.
Cuando escucha lo hace mirando a la cara, y ello hace brotar la confianza, y con una sonrisa franca y ello hace experimentar cercanía.
Por ser una persona sencilla y cercana, espero, pueda, en muy poco tiempo, ganarse la confianza de los cristianos de la diócesis para crecer en unidad, disponibilidad y espíritu evangélico sirviendo con alegría.
Domingo 16
Los salesianos celebran los cien años de presencia en la ciudad.
Yo quisiera limitarme, en estos renglones, ha destacar algunos de aquellos laicos de los primeros tiempo que, desde donde se encuentren, no deberían estar ausentes en tal celebración.
Los Roca: eran dos completamente distintos: uno gordo y morocho y el otro delgado y de piel muy blanca. Ellos cumplían mil tareas dentro del colegio y la parroquia. Eran limpiadores y encargados de mantenimiento. Eran sacristanes y despenseros. Eran, sin lugar a dudas, los brazos del P. Aschieri.
Andrés: era en chofer de la parroquia. Una persona tranquila y de muy pocas palabras.
Durante muchos años vivió junto a la capilla de Salto Nuevo donde su esposa era la encargada del templo. Como última tarea desempeñó la responsabilidad de ser el primer portero del nuevo colegio y liceo.
Doña Isolina: vivía a poca distancia del colegio y era quien se encargaba de mantener limpia y presentable la ropa de aquellos primeros salesianos. A su casa se iba a buscar la donación de bizcochos que solía hacer, en silencio, para la fiesta de San Luis y alguna otra fiesta. Recuerdo haber escuchado a algún salesiano decir: Ella es la Mamá Margarita de Salto.
Don Alipio: era hombre de consulta y de consejo sensato pero, también, hombre dispuesto a colaborar con todo aquello en lo que se le solicitase una mano. Vestía, siempre, de traje con chaleco y su cabello abundante y muy blanco le hacía notorio y fácil visualización.
Eran seres que estaban siempre sin pretender ninguna distinción. Eran seres que, en el acierto o en el error, se contaba con ellos para una tarea que siempre vivía situaciones de necesidades.
Las personas del 16 se unen a la persona del 15 como manifestación de una realidad: para avanzar con determinación se necesita de, hoy más que nunca, de personas sencillas y disponibles.
Se necesita de cercanía y una sonrisa para poder experimentar que el futuro crece sobre cimientos de unidad y fraternidad que solamente los seres de corazón abierto saben tener.
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