(PRIMERA parte)
Por el Dr. Pablo Perna
Conforme a lo previsto en el Art. 1º de ley 18.589, promulgada en el 2009 (Gobierno FA), este 11 de abril se festejara el «Día de la Nación Charrúa”; y por lo dispuesto por su Art. 2º, obliga al Poder Ejecutivo coordinar acciones públicas que fomenten la información sobre los hechos históricos relacionados a la nación charrúa y a lo sucedido en Salsipuedes en 1831.
En virtud que dicha ley se enmarca dentro de una concepción sesgada de izquierda o de brutal ignorancia, escribimos esta columna para develar falsedades productos de dicha ideología, donde docentes, historiadores y políticos cegados o fanatizados, indujeron en error a la población ante el desconocimiento de muchos de estos hechos que narraremos.
En primer lugar debemos sostener que los charrúas no son oriundos del Uruguay, sino de Argentina; nacen en lo que es hoy Misiones, Corrientes y Entre Ríos. Los Charrúas era un pueblo nómade y altamente agresivo, se dedicaban esencialmente al saqueo de las estancias, robo y secuestros de niños y mujeres para abusar y venderlos como esclavos; sus métodos eran el terror, asesinato y quema de pueblos, ranchos y estancias.
De esta manera el Gobierno provincial inicia una fuerte campaña de persecución a los Charrúas, por lo que se desplazan unos a Río Grande del Sur y otros al Norte de Uruguay, esencialmente en lo que es hoy Artigas, Salto y Paysandú. Uruguay que en aquel momento se encontraba bajo el Reinado español, crea en 1797 el “Cuerpo de Blandengues”, cuya finalidad era perseguir maleantes e indígenas que no se habían integrado a la civilización. Nuestro Prócer José Gervasio Artigas, su padre Martín José y su abuelo Juan Antonio, integraron dicho cuerpo, por lo que exististe profusa documentación histórica donde rinden cuentas de haber perseguido, apresado y matado a Charrúas, pidiendo recompensa económica a tales efectos. En los Archivos de Artigas, surge fechada de 1797 a 1804, informes de nuestro Prócer al Virrey español dando cuenta de los charrúas que había dado muerte; en algunos sostiene: “castigue a los indios, matando otros y quitándoles muchos caballos”.
Entre 1825 y 1830, fecha de nuestra independencia, los charrúas eran los dueños y señores de la campaña, generando el terror de nuestro pueblo; de esta manera Juan Antonio Lavalleja, quien fuera uno de los padres fundador de la República, cuando era Gobernador provisorio, ordena a Fructuoso Rivera que “para no dejar a estos malvados a sus inclinaciones naturales y no conociendo freno alguno que lo contenga”, realice una campaña para “reducirlos y escarmentarlos”.
En 1830 cuando Fructuoso llega a la presidencia y el Parlamento uruguayo aprueba continuar con las mismas políticas, vota de conformidad sin objeciones; el propio Manuel Oribe también participaría en persecución y matanza de Charrúas. De esta manera el 11 de abril de 1831, en Salsipuedes el sobrino del Presidente, Bernabé Rivera, mediante engaño reduce al Cacique Venado y a otros, dándole muerte a ellos y entre 20 y 40 más; por lo que de una población estimada en miles para aquella época, el sostener que en dicha batalla fue un “genocidio” es otra mentira instalada que no resiste archivo alguno.
Prueba de lo dicho es que Bernabé Rivera fue capturado por una emboscada Charrúa en Yacaré-Cururú el 20 de junio de 1832, donde varios oficiales y soldados murieron; Bernabé fue golpeado por unas boleadoras en la espalda, cayó de su caballo y antes de que pudiera escapar, fue capturado. Las mujeres charrúas pedían matarlo en venganza de sus hijos y hermanos muertos y otros pretendían negociar con el Presidente su liberación a cambio de charrúas presos; en el fragor de la discusión el indio Joaquín lo atraviesa con una lanza en el pecho de Bernabé y le siguen una lluvia de las mismas. Le cortaron la nariz y le sacaron las venas de su brazo derecho para envolver la lanza de Joaquín; lo arrastraron a un pozo metiendo la cabeza en el agua y dejando su cuerpo de afuero, siendo rescatado luego por el ejército Nacional. En la segunda parte hablaremos hasta llegar a la última charrúa que vivió en Salto hasta pasados el 1900, frente a nuestro Hospital, Isabel Barú; por lo que existe sobrada prueba histórica para sostener que en 1831 no existió ningún genocidio. También estos hechos acreditan que hablar de “Garra charrúa” en alusión a las proezas deportivas de nuestra selección es un grosero error, en virtud que el adjetivo “Charrúa” no es de origen uruguayo, sino argentino.
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