jueves 21 de noviembre, 2024
  • 8 am

Ellos el derecho, nosotros la responsabilidad

Alexandra Ledesma
Por

Alexandra Ledesma

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Minervine

Alexandra Ledesma
Lic. En Sociología y
Ed. Sexual
Algo con lo que a menudo me encuentro, son padres preocupados en cómo hablar con los hijos sobre sexualidad, o si en definitiva deben hacerlo, y mi respuesta siempre es la misma, es nuestra responsabilidad hacerlo, como adultos, y de nuestros hijos el derecho a saberlo.
Más allá de que la educación sexual dentro de los hogares queda a criterio de los allí responsables, teniendo en cuenta también creencias, entre otras cosas, siempre sugiero que se comience desde muy temprana edad.
Esto no quiere decir que le tenemos que dar información a nuestros hijos que no sea acorde a su edad, maduración, y sin pensar en los términos que utilizamos al transmitir lo que queremos explicarles, todo lo contrario, ya que estamos marcando un antes y un después en ellos, y es por esto que se vuelve ineludible hacerlo con responsabilidad y siendo a su vez la NATURALIDAD, un componente indispensable cuando hago referencia a estos temas.
Algo importante a tener presente es que hay cuestiones que van más allá del contenido que estamos transmitiendo, y que son significativas para la crianza de nuestros hijos, y es que permiten, además de adentrarse y profundizar en ciertos temas, el hecho de que la educación sexual sea constante, a lo largo de su vida, admite crear un vínculo basado en la confianza que permitirá muchas veces, que sean ellos mismos quienes acudan a nosotros para abrirse sin tener nosotros que generar el momento para determinadas conversaciones.
Desde pequeños, temas como el autocuidado, higiene personal, autoconocimiento, el respeto por los demás y la comprensión y aceptación de las diferencias, la tolerancia, entre muchas otras, son temas que podemos comenzar desde la primera infancia, pero eso sí, sea el tema que sea, debe ser hablado desde la verdad, de acuerdo a la edad, sí, pero siempre con la verdad.
No reproduzcamos cuentos fantasiosos que no hacen más que confundir, alejándolos de la realidad, además, por esta misma razón, pueden considerar que sus adultos de referencia les han mentido, debilitando así la confianza.
Otras consideraciones de este tipo, y que por más que parezcan un tanto obvias, el hecho de hacer lo contrario, afectaría indiscutiblemente la conducta de sus hijos. Estas son, por ejemplo, además de ir con la verdad, y llamar las cosas por su nombre, es el hecho de evitar reírse o burlarse ante preguntas o dudas que les realicen, esto provoca vergüenza y puede que por eso no quieran hablar más sobre el tema. Si se trata de niños pequeños, ser breves, darle vueltas al asunto solo implica más confusión, además de evitar palabras peyorativas y negativas.
Recordemos que las conversaciones, sea impulsada por nosotros o propuesta por ellos, se pueden dar en cualquier momento, en cualquier escenario, ya sea mirando la televisión, viajando en el ómnibus, de compras, o a la hora del baño, el momento y lugar pueden ser los indicados SIEMPRE.
Otra razón que ubica a la educación sexual desde temprana edad como uno de los pilares en la formación tanto de niños como adolescentes, es el hecho de poder brindarles las herramientas no solo para autoconocerse y valorarse, sino que les permite identificar claramente situaciones en las que no se encuentran cómodos, evitando posibles situaciones de abuso, y que a su vez puedan contarlo a sus referentes de confianza para poder tomar cartas en el asunto.
En otro escrito propondré posibles sugerencias de como acercarnos a nuestros adolescentes para hacer frente a diversos temas que suelen presentarse en esta etapa de la vida.
Recordar siempre que el acompañamiento a nuestros hijos, a lo largo de la vida, es esencial para el fortalecimiento de su personalidad y formación de valores. Queremos formar personas comprometidas, decididas, responsables de sí mismas, de sus actos, tolerantes, empáticas, autónomas, es posible.