viernes 22 de noviembre, 2024
  • 8 am

Jesús y libertad

Padre Martín Ponce de León
Por

Padre Martín Ponce de León

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Por el Padre Martín
Ponce de León
Una de las resonancias importantes de nuestra relación con Jesús es que debe fomentar nuestra libertad.
Decididamente va contra todo aquello que, como personas, nos ata u oprime.
Va contra todo aquello que impide que uno sea uno mismo y auténtico.
Lo de Jesús es libertad ante todo aquello que nos puede condicionar u oprimir en nuestra condición de personas.
Ante una propuesta religiosa cargada de estructuras y normas Jesús llega con una propuesta de libertad que debe imperar.
Lo de Jesús dice de amor y nada hay más liberador que el amor en toda su expresión.
Una liberación que no se detiene en estructuras ni rituales sino que hace de relaciones inter- personales y todo lo que ello implica.
Relaciones inter-personales que permiten el crecimiento de valores como respeto y fraternidad.
El respeto es lo que permite que cada uno sea aceptado por lo que es y no por lo que tiene o queremos sea.
El respeto es lo que hace que crezca la unidad desde la diversidad y no una unidad desde la uniformidad que carece de sentido y durabilidad.
Libertad para que cada uno pueda ser uno mismo para realizarse como persona.
La propuesta de Jesús nos permite transitar la vida envueltos en una libertad que, muchas veces nos lleva a situaciones o vivencias que nos desbordan pero nos enriquecen.
Cuando nuestra vida está protegida por una estructura establecida no nos llegan muchas situaciones de otros pero tal hecho no nos ayuda a crecer.
En el uso de la libertad que nos proporciona Jesús nuestros caminos no están determinados con anterioridad sino que los vamos construyendo paso a paso. Por ello es que debemos verlos como un proceso en desarrollo constante.
La libertad que ofrece Jesús no nos libera del poder cometer errores puesto que, de hacerlo, no sería una auténtica libertad.
Nos equivocaremos pero podemos rehacer nuestros pasos y volver a las opciones correctas.
Debemos ser nosotros, en el uso de nuestro sentido común, los que debemos asumir las consecuencias de nuestros actos que favorezcan la fraternidad y la libertad de todos.
La libertad que nos ofrece Jesús es un algo que favorece la libertad de todos pese a que exista todo un sistema que se empeña en mantenernos dentro de una estructura alienante porque despersonalizadora.
Hoy en día ser distinto e ir, en muchas oportunidades, contra lo establecido es mirado con malos ojos, despierta sospechas o es castigado por un sistema que nos quiere dentro de los esquemas que permiten al sistema perdurar.
Ante un sistema que se nos quiere imponer, desde muchas maneras, unas estructuras que nos impiden verdaderamente ser, la libertad de Jesús nos invita a romper esquemas y movernos con una independencia que suele resultar molesta e incómoda para muchos pero que resulta muy gratificante para quien se anima a vivirla.
La libertad de Jesús es compromiso libremente aceptado para con los demás y, así, instrumento de realización personal.
Jesús no nos obliga sino que nos ayuda a ser.
Jesús no nos obliga sino que nos impulsa a buscar.
Jesús no nos obliga sino que nos anima a tener el coraje de actuar como promotores de libertad para todos.
No fomentamos libertad cuando pretendemos imponer lo nuestro a los demás.
No fomentamos libertad si no somos libres y actuamos en consecuencia de ello.
La libertad de Jesús crea fraternidad desde un amor a todos que se hacen gestos concretos de cercanía y ayuda para la dignidad de todos.