Uruguay país narco
Por Pablo Perna
Hace más de 10 años un joven de 24 años se encargaba de llevar en su vehículo una vez por semana cocaína desde nuestra ciudad al sur del país; lo hacía impunemente por mucho tiempo, por lo que prospero económicamente ante los ojos de su entorno y preocupación familiar. Un día, en la ruta la caminera realizando un control de rutina le hace seña para que frene, el joven pensando que su suerte se le había terminado hace caso omiso y huye. En el trayecto, al ver que ningún vehículo lo perseguía, frena y esconde la mercancía. Más adelante es detenido, no por la droga, sino por desacato a la autoridad, por lo que en horas quedaría en libertad. El joven al estar demorado confiesa que traía cocaína y da el lugar exacto donde la había escondido. Al llegar el abogado del joven le pregunta ¿qué hiciste?, lo que el joven responde: “mire doctor si me robaban la merca nadie me creería la historia y hubiese aparecido flotando en el río, yo de la cárcel salgo, de la muerte no”. Tenía razón, a los 25 años ya estaba en libertad.
En el 2005 en Uruguay se asesinó a 190 personas, de los cuales el 50 % (95) fueron relacionados al narcotráfico. En el 2010 aumento a 205, en el 2015 a 293 y en el 2022 a 383, de los cuales el 47 % (180) fueron muertes relacionadas al narcotráfico. Objetivamente y sin frenos, años tras año el narcotráfico en el Uruguay ha crecido enormemente; hoy ya no se habla de una tentativa de homicidio con disparos de advertencias en la pierna, sino que matan con saña con múltiples balazos y en la vía pública, o los torturan y los queman vivos o mutilan esparciendo las partes. Lo que considerábamos impensable hoy se ha tornado en un paisaje habitual que ya no ocupan los titulares de los diarios.
Al Uruguay en el mundo nos conocen por el futbol, especialmente por Cavani y Suárez, pero ahora también por ser el país que ha protegido por acción y por omisión a uno de los narcotraficantes más importantes de América Latina y creador del PCU (“Primer Cartel Uruguayo”), Sebastián Marset, de 31 años de edad. Para tener idea del volumen de dinero que maneja, en el semestre pasado se estima que únicamente con el cargamento a Europa de cocaína ha facturado 800 millones de dólares. Con los políticos sibaritas que dominan nuestra fauna nacional, de los cuales muchos consumen drogas y pasean por el mundo con plata del pueblo vendiendo humo y mintiendo ¿van a combatir verdaderamente al narcotráfico?
Los verdaderos narcotraficantes son personas sumamente astutas, mucho más que la gran mayoría de la clase política, dispuestos a jugarse por el todo. Los narcos, inclusive en el Uruguay, a menor escala que Escobar aplican la política de “plata o plomo”, dispuestos a comprar voluntades o a matar; ejemplo de ello también ha sido Marset que es acusado por haber mandado a matar al Fiscal Pecci, donde en una playa de Cartagena, atestada de gente, frente a su mujer embarazada, fue acribillado de múltiples balzos en su cabeza; o las amenazas que infirió a la fiscal uruguaya Ferrero para que deje de investigar al narcotráfico.
Hoy la droga está en todos lados y cada vez hay más oferta porque la demanda es enorme; profesionales y no profesionales, estudiantes, jóvenes y no tan jóvenes son consumidores de cocaína y otras sustancias es de fácil acceso y lo he podido constar no solamente en Salto, sino también de manera indiscriminada en otras partes del primer mundo que he visitado.
Seguirán cayendo pequeñas clanes familiares o “perritos” en nuestros barrios, que son los que pueblan las cárceles en el país, pero está claro que es el peldaño más bajo del narcotráfico y material humano descartable para los carteles; por cada boca que cae brotan dos más, al igual que sucedía en la mitología griega con la Hidra, monstruo con varias cabezas de serpientes, que cada vez que se le mutilaba una cabeza nacían dos. ¿Hasta cuándo seguiremos con esta hipocresía de permitir muertes indiscriminadas de uruguayos en pos de una guerra perdida? ¿No será momento de dejar de ser descaradamente hipócritas y cambiar la estrategia?