
Por Andrés Torterola
Ante la imperiosa necesidad de trabajar un joven decidió ofrecerse como mozo en fiestas familiares, fue así que uno de los invitados lo llamó a atender un evento importante, de esa manera comenzó el emprendimiento, en el año 2018 de Darío, un joven de 26 años que a partir de una iniciativa personal está logrando afianzarse en el mercado laboral salteño. Al ser entrevistado por CAMBIO explicó que en las primeras fiestas que participó, los honorarios los dejaba en manos de la persona que contratara sus servicios, “cómo no sabía los aranceles les decía a las personas que los honorarios eran a voluntad”, de esa manera se fue haciendo conocer por la ciudadanía y en la actualidad el personal con que cuenta son 10 mozos y algunos asadores, dependiendo de la actividad.
ABRIR NUEVAS
PUERTAS
Dijo que impulsado por su determinación, se propuso mejorar y ampliar su alcance en el sector. Se adaptó a diferentes entornos ya que entiende que la atención que brinda a los clientes ha sido clave en su trabajo hasta el momento. Con cada oportunidad que se presenta, intentamos mostrar compromiso y dedicación, con la única pretensión de ganar la confianza tanto de clientes como de colegas. Su emprendimiento no solo le ha proporcionado un ingreso extra, sino que también le ha brindado la oportunidad de forjar relaciones sólidas y abrir nuevas puertas. Los fines de semana, cuando hay múltiples eventos, solemos dividirnos: los compañeros más experimentados nos dirigimos a los eventos más grandes, mientras que los jóvenes que están adquiriendo experiencia se encargan de los más pequeños. Sin embargo, todos han demostrado ser competentes en su labor.”
EL MISMO PAGO
Durante la época de pandemia, nos vimos obligados a buscar otras actividades para sostenernos. Darío, por ejemplo, también trabaja en las chacras, y esta labor continuó incluso después que la pandemia terminara. En la actualidad, nos encontramos comprometidos con ambas actividades, ya que tenemos responsabilidades que no podemos descuidar, indicó. Todo el personal que colabora conmigo, ya sea como mozos en las fiestas o en la cosecha de naranjas y en las chacras, forma parte de este grupo familiar y de amigos muy cercanos. A pesar que tengo 26 años, llevo trabajando desde los 12, agregó. Nuestro enfoque en el trabajo es bastante equitativo en cuanto a remuneración. Todos reciben el mismo pago, incluyéndome a mí. Es una forma de mantener la armonía y el sentido de comunidad dentro del equipo. Sin duda, esta historia debe servir de inspiración a que otros jóvenes que muchas veces deambulan por la ciudad puedan persigan sus sueños y conviertan sus habilidades en oportunidades laborales, concluyó.