jueves 3 de octubre, 2024
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Fotos antiguas de Salto: El buque trasbordo «Surubí» junto a los astilleros en el Pueblo Nuevo y la muerte de Saturnino Ribes

Sol

Por Cary de los Santos Guibert.
En 1897 fallece Saturnino Ribes, antes de su muerte en 1896 había fallecido el mecánico naval Enrique Hardy, luego a los dos meses del fallecimiento de Ribes fallece el Capitán Juan Clímaco Beckar y en 1900 el Ing. Naval Tomás Elseé. Desaparecido Ribes y sus principales colaboradores ya no sería igual a la gran actividad desarrollada en los astilleros del Pueblo Nuevo cómo en la época de Saturnino Ribes.
SALTO PIERDE
Salto pierde el comercio de tránsito, luego se pierde la construcción naval y solamente hacen pequeñas reparaciones y recambios de chapones en los cascos. En 1948 se rematan todas las existencias de los Astilleros Salteños. Luego de la huelga de 1920, lo más importante era el transporte de ganado en pié y merecen un reglón aparte el comercio de madera dura que traían los jangaderos hasta nuestro puerto (hoy prohibido por decreto). Finalmente en las últimas épocas y gracias al comercio salteño y sanducero se estableció una carrera desde Salto a Montevideo con escala en puertos intermedios con buques cargueros: Benito Borrazas, Blandengues, etc. Era épocas de paros, de eliminación de los trasbordos por su alta costo y lo que se buscaba que los buques tuvieran «barriga» para alojar la carga, luego la mejora tecnológica en los camiones y grandes intereses terminaron de sellar nuestro destino comercial, nada sería igual a la época de oro de la navegación.
UN ANTES Y UN DESPUÉS
En el número 108 de la calle Sarandí, estaba la agencia de las “Mensajerías Fluviales del Plata”. Allí, era la principal residencia del armador francés Saturnino Ribes, dónde tenía su escritorio y pasaba la mayor parte del día. Allí, era el centro de todas las operaciones y transacciones comerciales de su compañía de transporte fluvial, allí era dónde atendía personalmente a diferentes personalidades de la época, y desde allí, impartía sus órdenes a todo el personal jerárquico. Allí, era su espacio, su mundo, allí se entregaba a los placeres de la lectura y hacía vibrar su violín Stradivarius. Era común que en las columnas de los diarios más importantes de la región, aparecieran noticias sobre “El Neptuno de los ríos interiores”. Afable en su trato sobrio en el vivir, generoso con la indigencia y sin ostentación, sencillo hasta la simplicidad, accesible a todos en su escritorio donde no había más ornato que buenos y copiosos libros, Don Saturnino Ribes ha sido siempre querido y respetado.