
Por Adrián Canosa
Apenas nos presentamos ante Miguel Ángel Díaz -cuñado del abuelo de los niños que hoy pelean por sus vidas- este nos permitió ingresar al predio en donde ocurrió la tragedia. Al fondo de la casa que queda casi en la esquina de Errandonea y Charrúa, a medida que se avanza, puede percibirse el intenso olor a material carbonizado. Las imágenes, como se pueden ver en algunas de las fotos, son impactantes. Destrucción. material que en otrora fueron cuero, madera, ladrillo, vidrio, plástico, ahora transmutado a carbón.
UN RESCATE DESESPERANTE
Miguel Ángel, uno de los ciudadanos que “se jugaron la ropa” por los niños y su padre, cuenta cómo se dio el hecho desde su perspectiva: “Yo había hecho un mandado y llegué a tomar un mate a casa cuando sentí los gritos: «¡Fuego, fuego en la casa de mi cuñado!». Salimos corriendo y ya estaban gritando que estaba todo prendido fuego y los niños estaban adentro. Como no pudimos entrar por la única puerta de salida que estaba toda prendida fuego, intentamos romper los vidrios para que salieran los humos. Rompimos los vidrios y empezamos a hacer palanca con un fierro de 3 metros para arrancar la reja, pero no pudimos. Trajeron una amoladora y empecé a cortar las varillas”, señaló. “Los niños estaban en las ventanas con las cabezas para afuera tomando aire. Sacamos a los niños y cuando quisimos ver, estaba el padre tirado también ahí, que no lo habíamos visto por el humo. Después dijeron «el padre está ahí tirado» y volvimos a entrar de vuelta para levantar al padre. Un hombre de 90 kilos —dos personas no pudimos. Después entró otro muchacho también para ayudarnos a sacarlo. Lo levantamos como si fuera un ataúd y lo sacamos así por la reja para afuera. Fue una locura: el calor, el humo, todo… fueron momentos desesperantes”, cuenta.
¿QUÉ OCURRIÓ?
Según pudimos recabar, Elina -madre de los niños- habría salido de compras y trancado la puerta mientras su cónyuge, Matías, hoy internado en la capital por el daño, descansaba. Cuando la mujer volvió a pocos minutos, se encontró con el caos. A los chicos, vecinos y familiares, ya los habían trasladado a los centros de salud. La mujer habría dejado la cocina prendida y esto habría desencadenado el fuego que consumió toda la casa.
OTRAS VERSIONES
Sin embargo, María del Carmen Aguiar, tía de Matías, padre de los niños, con quien también dialogamos, maneja otra postura. Sostiene que la tragedia sería producto de un cortocircuito, hecho que parecería cobrar más sentido según pudimos observar dentro de las ruinas. Otra teoría, mucha más extraoficial, es que algún fuego artificial que se oyó sonar al mediodía del domingo habría caído en el domicilio, impactando en algún material inflamable y transformándose en incendio. Habrá que esperar al informe oficial de los especialistas, si es que lo habrá.
DONACIONES
En la esquina de Errandonea y Charrúa, en el almacén La María, se están recibiendo donaciones, así sea de ropa, electrodomésticos o utensilios de cocina; cualquier cosa que sirva para que la familia de Aguiar y Flores pueda levantarse entre los escombros. Además, está también la cuenta del Banco República en donde se pueden hacer donaciones de dinero, sobre todo pensando en el costo que implica estar en la capital al pendiente del estado de los damnificados.