
En el marco del Segundo Simposio de Integración Estratégica organizado por Biogénesis Bagó, realizado el pasado 4 de agosto en la sede de la Asociación Agropecuaria de Salto, destacados referentes del sector abordaron los desafíos actuales y las oportunidades para lograr una ganadería más eficiente y visionaria. Entre ellos, se destacó la participación del médico veterinario argentino Dr. Santiago De Bernardi, referente en genética y reproducción bovina, quien compartió con los asistentes una perspectiva integral sobre cómo alinear los objetivos productivos con decisiones estratégicas en materia de selección genética.
De Bernardi, quien representa al centro genético Selecta, de Argentina, comenzó su intervención destacando la importancia de conjugar la reproducción con una visión genética clara: «Planear bien nuestras vacas es importante, pero además si las vamos a preñar, tratemos de que sea con la mejor genética, que potencie todos los sistemas y que nos haga ser más rentables y ganar más plata».
«No hay dos establecimientos que sean iguales»
El experto subrayó que, tratándose de una actividad de largo plazo, las decisiones deben estar guiadas por objetivos bien definidos. Para ello, sostuvo que no existe una receta única, ya que «no hay dos establecimientos que sean iguales». A la hora de seleccionar genética, señaló, es necesario contemplar las potencialidades del campo, el perfil del productor y el sistema productivo. «No es lo mismo un productor que quiere agarrar la curva a 200 kilómetros por hora que uno más conservador. Todo eso es lo que uno pone en la coctelera al momento de decidir con qué genética trabajar», explicó.
Esta visión adaptativa fue uno de los ejes de su presentación. De Bernardi enfatizó que la ganadería debe orientarse según el ambiente, considerando que «la vaca va a ocupar lugares donde no hay oportunidad de hacer otra cosa». En ese sentido, la tendencia mundial apunta a sistemas más pastoriles, donde se privilegian animales de menores requerimientos de mantenimiento. «Es muy fácil hacer vacas chiquitas, de poca leche y que gasten poca energía. El tema es balancear eso con lo que producen, y si con lo que producen pagan las cuentas», advirtió.
La eficiencia, por tanto, no se mide únicamente por el tamaño del animal o su rusticidad, sino por su capacidad de producción dentro del sistema en el que se inserta. «Una vaca de 400, 500 o 600 kilos puede ser rentable, dependiendo del ambiente y de lo que se busque producir», señaló. Esta misma lógica aplica para las razas, donde resaltó que todas tienen sus fortalezas: «Hay razas que se han especializado en calidad de carne, otras en habilidad materna y otras en crecimiento. Todas tienen oportunidades, y lo importante es encontrar los mejores individuos en cada una».
Consultado sobre el uso de razas sintéticas en ambientes más complicados, De Bernardi explicó que en sistemas donde el británico puro presenta dificultades, se opta por alternativas como Brangus o Braford, mientras que en zonas más templadas se recurre al Angus, por su reconocida calidad de carne y habilidades maternas. «El objetivo nuestro como centro genético es encontrar los mejores individuos en todas las razas», sostuvo, mencionando que su equipo realiza compras de toros en Estados Unidos, Canadá e incluso Escocia, en busca de excelencia genética.
Entore de vaquillonas
Uno de los puntos centrales de la entrevista fue el manejo del entore precoz. De Bernardi, defensor del servicio a los 15 meses, advirtió que su implementación debe ser planificada con precisión. «Hace 25 años que lo hago en mi campo y en la mayoría de los establecimientos que asesoro. Pero también me ha pasado de decirle a un productor que no lo haga todavía, porque si no tiene la cadena forrajera o no puede hacer reservas, no conviene», explicó. Agregó que, como toda tecnología, si se aplica mal, puede generar más perjuicios que beneficios: «Lo que ganaste por un lado lo podés perder por el otro».
El mayor riesgo, explicó, se presenta no tanto en el primer entore, sino en el segundo servicio, tras el primer parto. «El problema más grande generalmente acontece en cómo quedan subdesarrolladas físicamente y no logran preñarse nuevamente. La gente que reniega del entore a 15 meses es porque cuando quiso preñar en el segundo servicio, se le hizo cola o le quedaron vacías», detalló. Este problema suele estar relacionado con deficiencias en la condición corporal, fruto de una combinación de crianza, crecimiento y lactancia simultáneos.
Para mitigar estos riesgos, De Bernardi destacó la necesidad de ajustar las decisiones al sistema productivo, considerando variables como el manejo forrajero, la disponibilidad de reservas, y el perfil genético de los animales. En este sentido, remarcó que la genética puede contribuir sustancialmente a mejorar la fertilidad, aunque sus efectos son más lentos que los del ambiente. «Hay líneas genéticas que generan vacas más fáciles de preñar, más precoces sexualmente y que entran en celo antes. La genética te lleva años cambiarla, por eso tratamos de tirar de las dos cosas al mismo tiempo: genética y ambiente», subrayó.
La vaca que no se preña, se va. ¿el toro?
Otro de los aspectos abordados fue la selección de toros, donde destacó la necesidad de aplicar los mismos criterios de exigencia que se aplican al rodeo de cría. «Me pasa muy seguido que encuentro gente que dice ‘la vaca que no se preña se va’, pero va y le compra toros a un tipo que no hace eso. Estás trayendo un toro que en sus genes internos puede tener un rodeo de vacas poco fértiles», advirtió. Por eso, insistió en que la selección debe ser integral: tanto del lado de las hembras como de los reproductores.
También se refirió al uso de tecnologías reproductivas como la inseminación artificial, señalando que si bien su impacto es alto cuando se aplica a gran escala, «si vas a inseminar solo un plantel chico, no tenés impacto». La implementación masiva, según explicó, requiere de años de trabajo progresivo. «Para un productor grande, inseminar el 100% de su rodeo no es algo que se logra de un día para el otro», reconoció.
Finalmente, sobre los desafíos de la eficiencia reproductiva y la necesidad de minimizar las pérdidas en los rodeos, De Bernardi insistió en que existen múltiples estrategias de manejo que ayudan a mejorar el desempeño. «Desde un destete precoz, adelantar la fecha de la primera inseminación, o utilizar hormonales, todo suma para que el segundo servicio sea más exitoso», indicó. Pero volvió a insistir: «Como todo en la vida, es una combinación entre genética y ambiente».
La participación del Dr. De Bernardi fue una de las más valoradas del Segundo Simposio de Integración Estratégica, donde quedó de manifiesto que la eficiencia ganadera no se alcanza con atajos, sino a través de decisiones planificadas, adaptadas al contexto productivo, y respaldadas por conocimiento técnico y visión de largo plazo.
Organizado por Biogénesis Bagó, el evento se consolidó como un espacio clave para el intercambio entre técnicos, productores y empresarios. En palabras del gerente comercial de la empresa, Dr. Ignacio Arrospide, «necesitamos una ganadería basada en estrategia, conocimiento, liderazgo e integración». Un mensaje que resume el espíritu del encuentro, pero también el camino que requiere Uruguay para consolidarse como proveedor confiable de proteína animal en los mercados internacionales.
La ganadería del futuro, como lo demostró este simposio, será aquella capaz de integrar genética, manejo, tecnología y visión. Porque como afirmó el Dr. De Bernardi, «todas las razas pueden ser rentables, depende del ambiente y de lo que queramos producir».