domingo 24 de noviembre, 2024
  • 8 am

Mario Silva: ¡Hasta siempre ídolo!

Dr. Pablo Perna
Por

Dr. Pablo Perna

171 opiniones

Por el Dr. Pablo Perna
Sin lugar a dudas Mario Silva ha sido un despegado que ha marcado a más de cuatro generaciones; su música ha logrado captar a público de todas las edades. Sus contrataciones asiduas a cumpleaños de 15, casamientos, boliches de moda, concurrencia a festivales por todo el país, hablan a las claras del cariño y afecto de su pueblo.
Nació en Montevideo, se va muy joven a vivir a Buenos Aires y a su regreso se radica en Artigas y allí en 1980 da sus primeros pasos musicales, cantando rock y en inglés, pero rápidamente define sus gustos musicales, integrando “Sonido Profesional” y “Grupo Mogambo”, entre otros. Soñaba que su música llegara a la capital, por lo que lentamente, conquista Artigas y luego Salto, más tarde todo el interior, hasta que en 1998 alcanza a vender más de 5.000 entradas en la Rural del Prado y ser contratado por los boliches de moda montevideana, su meta estaba cumplida.
Lejos de los estigmas, era un profesional con mayúscula, estudiaba los temas clásicos que contuvieran fuertes contenidos, los modificaba a su estilo, otras creaba y les daba su música tropical. Le cantó al Amor en la gran mayoría de sus temas, pero las emblemáticas fueron “Te quiero”, “Te deseo a morir” y “Que levante la mano”. Su letra: “Quien no lloró, como me sucede a mí, amar como amé y te olvidan; a quien no le pasó, que lo dejaron de querer, por otro amor, por otra piel, y quien no aprendió a llorar”.
Le cantó a los amigos, a la familia, a la infidelidad en “Amigo Falso, Mujer infiel”. Inclusive hasta le dedica temas a la tentativa de “reconocimiento de paternidad”, en “Llora el teléfono”, “Donde está mi padre” y en “La vuelta”, donde dice su letra: “Un día estando solo, triste y abandonado, lleno de dolor… temblando de angustia, con voz insegura a su casa llamé… al oír su voz me paralicé,… yo quise gritarle hijo soy tu padre, soy ese cobarde que te abandonó, yo soy el canalla que un maldito día a ti y a tu madre su nombre negó; yo soy el culpable que todo tu mundo cambiara de color… mordiendo mis labios, bebiendo mi llanto por fin contesté, perdóneme joven, marqué equivocado y luego colgué”.
Le cantó a las damas de la noche en “Tengo un amor en la calle” y “La mujer que amo”, donde dice su letra: “nunca conocí un amor así, que pueda llevarme tan alto, alto hasta llegar más alto que el solo… gracias por tu amor, gracias por estar, gracias por amarme sin dudar, gracias una vez y mil veces más”; o en la “Hija de la ramera”: “Madre, no me levanto, no quiero ir a la escuela; que estás diciendo mi niño, a santo de qué te niegas; ayer el hijo del alcalde me llamó hijo de ramera”.
Cantó a la soledad y recuerdos de amor en “Porque te tengo que olvidar” y “Querida”: “…mira mi soledad, mira mi soledad que no me sienta nada bien… querida date cuenta que el tiempo es cruel y lo he pasado sin ti… yo quiero ver de nuevo luz en toda mi casa”.
Al ídolo de multitudes, al poeta que no solamente realizaba canciones románticas, sino que también le cantaba a las cosas cotidianas y a la vida misma, por tal motivo hoy ya es leyenda y en este espacio lo homenajeamos. ¡Viva “Mariolo”!