
Por Cary de los Santos.
Sumergido en las oscuras, amarronadas y correntosas aguas del río Uruguay en Salto, entre el Muelle del Ferrocarril Noroeste y el Varadero de los Astilleros, me encuentro con un frasco de gomina. Dicho encuentro me hace retroceder a 1914, cuando don José Antonio Brancato en una farmacia ubicada en pleno centro de Buenos Aires en la calle Florida al 600, creó el primer fijador para el cabello, que llevaría el nombre de «gomina y su apellido» como marca registrada.
FORMA DE APLICARSE LA «GOMINA BRANCATO»
Para lograrlo, mezcló goma arábiga, tragacanto de Persia y diferentes esencias. Al poco tiempo de ser lanzada al mercado comercial la palabra «gomina» pasó a ser sinónimo de fijador, desplazando a los jabones y aceites utilizados en esa época para tal fin. Su apariencia era de una gelatina rojiza pastosa, que se aplicaba con el cabello húmedo antes de peinarse. El caballero debía ponerse un poco en las manos y luego desparramarse en el pelo húmedo antes de peinarse. Se formaba, entonces, una suerte de casquete en el cabello. Para quitarla, había que friccionar el pelo con las manos y se desprendía un polvillo, un tipo de caspa artificial que afeaba las hombreras de la ropa oscura. La creación y la venta de «Gomina Brancato» y otros productos, le permitió al joven estudiante de veterinaria obtener grandes ganancias.
DIFUSIÓN Y FAMA DEL PRODUCTO
En poco tiempo se difundió las bondades del producto, adquiriendo fama e incidiendo para que surgieran otros productos similares al mercado: Colgate – Palmolive Company lanzó su «Fijador Palmolive», la firma Chemico Works de Birmingham de Inglaterra salió al mercado con su «Gel Brylcream», acordándose también otras marcas de brillantinas perfumadas: «Glostora», «Atkinson» y «Lord Cheseline».
INICIOS Y FORMACIÓN DE UN CLUB DE REGATAS
Mientras tanto, aquí en el Salto Oriental, en el correr del año 1915 se hicieron gestiones para la formación de un “Club de Regatas” por aficionados al deporte y competencias de botes a remos. Las gestiones continuaron y los aficionados al remo interesados en tener un local propio para su sede confió a don Juan B. Hualde, la adquisición de un local flotante que disponía el «Club Nacional de Regatas» en la ciudad de Montevideo.
SURGE EL NOMBRE DE «CLUB REMEROS SALTO»
En sus inicios no se tenía idea clara del nombre de la nueva institución, le llamaban simplemente “Club Regatas”. El 11 de octubre de 1915, la comisión iniciadora en reunión de accionistas se decide por la denominación de “Club Remeros Salto”, informando inclusive a la población de la constitución de una «Comisión Provisoria». El 15 de octubre de 1915, en asamblea de integrantes de la Comisión Provisoria y Accionistas, se designa una Comisión Directiva Provisoria: Presidente: Dr. Manuel Machado; Vicepresidente: Nicolás Solari; Tesorero: Leopoldo G. Amorim; Secretarios: Juan B. Hualde y Dr. Mariano Pereyra Nuñez (hijo). También se autoriza a la Comisión Provisoria realizar la compra del local flotante, para la sede del Club Remeros Salto.
INAUGURACIÓN DEL LOCAL Y SEDE FLOTANTE
El 12 de octubre de 1916, bajo una tormenta se procedió a la inauguración del local flotante del Club Remeros Salto, cerrando un largo período de esfuerzos y realizaciones de sus socios y comisiones para lograrlo. Con el transcurso de los años, el viejo barco fue objeto de muchas reformas y su mantenimiento era muy costoso. Para el año 1930 el local cubría con las necesidades de la época y las exigencias de sus asociados. Todo el buque estaba dotado de iluminación eléctrica y en su cubierta, sobre su popa estaba ubicado un saloncito que los socios conocían como “Salón Blanco”, que estaba amueblado con cómodos sofás. Era tradicional que en ese lugar se presentarán músicos del medio que animaban con sus melodías las noches cálidas de verano. Además contaba con dos hermosas «Terrazas» que en época de competencias, sus socios se aglomeraban y desde allí observaban y alentaban a los remeros que defendían los prestigios de la institución. En cambio durante las tardecitas de verano era el lugar elegido para recrearse y aliviar la canícula y en algunas noches se realizaban magníficas fiestas que formaban parte del acontecer social de la institución deportiva.
FIESTAS SOCIEDAD Y LA GOMINA BRANCATO»
Sin lugar a dudas las damas y caballeros de la época disfrutaban de las comodidades de la Francisca Nadal y de las fiestas sociales que allí se realizaban, vistiéndose con las mejores ropas de la época y algún caballero, para resaltar su elegancia masculina utilizaba en su cabello la «Gomina Brancato» al mejor estilo de Carlos Gardel o de Rodolfo Valentino. Continuando con las comodidades de la Sede Flotante del Club Remeros Salto, debemos decir, que tenía un depósito que funcionaba como «Sala de Botes», llegándose alojar 16 botes de competición en muy buen estado y un salón con 150 roperos que funcionaba como «Vestuario» y un «Cuarto de Baños» con ducheros, llegando a tener 8 rosetas de agua fría y caliente.
TRISTE FINAL DE LA FRANCISCA NADAL
El día 4 de mayo de 1932 como consecuencia de una turbonada se rompió sus amarras levantándose en el aire y luego tumbándolo hacia la costa provocando su lenta destrucción, parte de sus restos llegaron hasta la orilla del río y después de la tormenta, unos pocos socios juntaron las pertenencias de la institución y comenzaron a tratar de desmantelar lo que quedaba del viejo buque.
Foto1: Año 1930 – La «Francisca Nadal» en su lugar de fondeo. Dos años después la turbonada del 4 de mayo de 1932, ocasionaría su destrucción. (Fotografía aparecida en la Propaganda Rural)
Foto2: Aviso comercial de Gomina Brancato.
Foto3: Frasco rescatado en inmersiones subacuáticas por Cary de los Santos.